Francisco Montañés Escobar nació en
Alcalá la Real en 1934. Completó su educación
primaria en las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia de su
localidad natal y
estudió el bachillerato en el Colegio de los Hermanos Maristas de
Lucena, en Córdoba.
Cursó estudios universitarios en la
Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales
de Tarrasa, en Barcelona, donde obtuvo el título de Ingeniero
Industrial con especialidad
textil en 1959. En su proyecto fin de carrera proponía la fabricación
industrial de
capachos para el prensado de la aceituna y la extracción de aceite de
oliva, tradicionalmente
fabricados con esparto.
Sus primeros trabajos los llevó a cabo
en Barcelona, donde puso en marcha la empresa
Polimetril, dedicada a la fabricación de cordelería y en la que tuvo la
oportunidad
de desarrollar sus proyectos sobre la fabricación de capachos.
Pocos años después, a mediados de los
años sesenta, regresó a Alcalá la Real y,
junto a sus hermanos, fundó la empresa Condepols S.A. Ésta tuvo un
crecimiento sostenido
en paralelo al desarrollo de diferentes procesos y productos:
cordelería, capachos,
monofilamento, telares, sacos, contenedores industriarles, confección,
cuerdas navales o
redes de pesca.
En los primeros años 80 la empresa
atravesó graves dificultades económicas que
se saldaron con la venta de la fábrica al grupo CEPSA. La venta no fue
obstáculo para
permanecer en su puesto de ingeniero durante la nueva etapa de la
compañía hasta su
jubilación en 1996. El grupo se extendió posteriormente con la creación
de la compañía
paralela Derprosa, dedicada a la fabricación de película plástica para
envoltorios.
En 1991 participó en la fundación de la
empresa Diseños NT, dedicada a la confección
de productos textiles en no-tejido, de la que fue asesor técnico
mientras su salud se
lo permitió.
Francisco Montañés fue un visionario
que vivió en una búsqueda continua de nuevas
técnicas y de nuevos procesos industriales. Entre sus principales
cualidades destacan
su creatividad, su capacidad de previsión y de anticiparse al futuro; a
ello hay que unir
su esfuerzo por no quedarse atrás, por mantenerse siempre en primera
línea y reciclarse
profesionalmente, una continua dedicación al estudio, a la
investigación y al desarrollo de
nuevos productos dando gran coherencia a su trayectoria profesional. A
todo ello contribuyeron
sus continuos viajes al extranjero por motivos técnicos y empresariales.
Fue en Condepols donde desarrolló
muchas de sus concepciones. No sólo ideaba
los procesos, sino que además él mismo diseñaba gran parte de la
maquinaria, supervisando
la posterior ejecución, puesta en marcha y ajuste de las mismas y
llevando un estricto
seguimiento de los rendimientos logrados. Un proyecto ejecutado, un
proceso consolidado,
abrían las puertas al siguiente proyecto y al desarrollo de nuevos
productos de una
forma encadenada y coherente.
Sus máquinas cubrían diferentes
procesos: ideó máquinas de estirado, trenzado, tejido,
corte, doblado, confección, estampado o cadenas de producción
combinando varios
procesos, como su cadena de corte, doblado y cosido conocida
familiarmente como el
“Lagarto”.
Su espíritu siempre inquieto iba más
allá de la empresa. A nivel particular se dedicó
al estudio y a la investigación en campos tan diversos como el cultivo
de setas, la cría de
caracoles, las diversas aplicaciones de la energía solar o el uso de
los plásticos y los tejidos
en la agricultura o en la construcción. Como muestra, antes del
desarrollo intensivo
de la agricultura bajo plástico construyó su propio invernadero
experimental con tejidos
sintéticos llevando a cabo personalmente el seguimiento de las
condiciones higrotérmicas
derivadas y su influencia en la producción agrícola.
Su legado sigue vivo principalmente en
las fábricas Condepols, Derprosa y Diseños
NT. A ello hay que añadir el efecto multiplicador que ha tenido en
Alcalá la Real la
creación y consolidación de dichas empresas y que dio lugar a la
aparición posterior de
un sólido tejido industrial de empresas asociadas o relacionadas. Tan
lejos llegó su obra
como a la ciudad mejicana de Córdoba, donde fue a parar una buena parte
de la maquinaria
vendida por Condepols en los años 80 y adónde el mismo se desplazó para
controlar
el montaje y la puesta en marcha de sus propias creaciones.
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