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Inicio->Número 8 (junio 2005)->La teoría de la relatividad general

La teoría de la relatividad general
por Alba Gutierrez Prieto

La gravedad es una fuerza de atracción universal a la que están sometidos todos los objetos con masa. Según la teoría de Newton, aparece siempre que haya dos masas, y actúa instantáneamente. Esto implica una clara contradicción con la teoría de la relatividad especial, que establece que nada puede superar a la velocidad de la luz. Esta paradoja indujo a Einstein a desarrollar un modelo de la gravedad compatible con los postulados de la relatividad especial.

La idea clave se le ocurrió un dia mientras trabajaba en la Oficina de Patentes. Fue lo que llamó la idea más feliz de su vida: el principio de equivalencia. Hay algún ejemplo de la vida cotidiana que nos acerca a éste. Quizá alguna vez hayamos subido a una de esas atracciones que durante unos segundos descienden en caída libre; si no tenemos referencias externas, creeríamos flotar y nuestras sensaciones serían las mismas que si estuviésemos en la ingravidez del espacio. Así, estamos acostumbrados a ver a los astronautas flotar en el transbordador espacial cuando se mueve con velocidad uniforme; pero si la nave acelerase a razón 9.8 m/s2, g, los pasajeros notarían su peso al igual que si estuviesen sobre la superficie de la Tierra. De todo lo anterior se deduce que la gravedad y la aceleración son una misma cosa; la masa inercial, la que se mueve, y la gravitatoria, la que es atraída por la gravedad, son equivalentes.

Tras arduas investigaciones y complejos desarrollos matemáticos, Einstein llegó a la conclusión de que la atracción gravitatoria se debe a la curvatura que sobre el espacio-tiempo ocasiona una gran masa. Imaginemos que entre varias personas sujetamos una sabana muy tensa y que en su centro colocamos una esfera pesada. Del mismo modo que la bola forma un embudo y deforma la estructura bidimensional de la sabana, así grandes masas deformarían la estructura tridimensional del espacio. Al igual que si dejamos rodar una bola en torno al agujero central orbitaría alrededor de él, la Tierra gira en torno al Sol recorriendo el espacio deformado por la gran masa de nuestra estrella; al no haber rozamiento, no se precipita hacia el Sol. El tiempo transcurriría más lentamente cuanto más próximos estuviésemos a la masa central.

La teoría de la relatividad general, propuesta en 1915, se comprobó experimentalmente en un eclipse en 1919. Este fue el acontecimiento que definitivamente catapultó a Einstein a la fama internacional.

El eclipse de 1919 por María Sara Cano Cano

Ya en 1911, Einstein había propuesto que los rayos de luz procedentes de estrellas lejanas podían desviar su trayectoria al pasar cerca de objetos masivos. El 29 de mayo de 1919 se iba a producir un eclipse total de una duración inusitada que permitiría comprobar esta predicción. Arthur Eddington organizó dos expediciones científicas, una a Sobral y otra a la isla de Principe para estudiar el fenómeno. La noche previa se fotografió la zona del cielo en la que se iba a producir el eclipse; al día siguiente, y tras ciertas vicisitudes atmosféricas, se consiguieron algunas fotos. Comparando ambas se pudo comprobar cómo algunas estrellas habían cambiado levemente su posición cuando el Sol se situaba en sus proximidades. El desplazamiento había sido únicamente de unos dos segundos de arco, pero esa era justamente la cifra que había predicho Albert Einstein.

El eclipse de 1919 cambió la visión del universo que los seres humanos habían tenido desde Newton. El universo dejó de ser una vasta maquinaria de relojería en la que el tiempo y el espacio eran absolutos e inmutables. La curvatura del espacio propuesta por Einstein era la responsable de guiar a los astros a lo largo de sus órbitas.


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