Vivimos en la Sociedad de la Información y el
Conocimiento, una era
tecnológica
en la que algunos avances han dejado de ser ciencia ficción para
convertirse en elementos habituales de nuestra vida cotidiana. Cada vez
somos más conscientes de la importancia de la innovación y la
investigación aplicada, desde los curriculums académicos hasta los
presupuestos públicos, el I+D+I cobra peso. Pero, en éste, como en
otros campos siempre ha habido pioneros, quizás anónimos para la gran
historia pero valorados cotidianamente por quienes más de cerca los
conocieron. Es el caso de Francisco Montañés Escobar.
De las idas y venidas dibujando croquis
y calculadora en mano
por la fábrica, el pasillo o el café, bien conocen sus compañeros y
compañeras de trabajo; también de su vitalidad, de su buen talante y
empeño continuo en enseñar y transmitir sus conocimientos con la
habilidad añadida de cambiar de registro y hablar igual con el
científico que con el operario de planta. Paco forma parte, y utilizo
de forma intencionada el presente, de ese racimo de personas de las que
todo el mundo tiene alguna experiencia, algo bueno que contar. Yo
también la tengo, y en un doble sentido, como amigo y como alcalaíno al
que la vocación y las urnas han llevado a diferentes responsabilidades
en el gobierno local y provincial. Es desde esta última perspectiva
desde la que me gustaría hacer hincapié para destacar la contribución
que Paco realizó al desarrollo y bienestar de sus vecinos.
Paco tenía la capacidad de hacer de la
teoría y la
investigación científicas desarrollo aplicado, de forma inmediata, en
las máquinas y procesos que creó o modificó para adaptarlos y mejorar
su rendimiento y de las que son buena muestra los equipamientos de
Condepols, e incluso algunos que fueron adquiridos por empresas de
Méjico o Irlanda. No había que buscar otro, indiscutiblemente él era el
ingeniero. Pero su visión iba más lejos como bien recordamos los que
fuimos testigos de su iniciativa en la década de los sesenta. Hablamos
del siglo pasado, pero realmente fue ayer cuando nuestra provincia,
también Alcalá la Real, dependía en gran medida de la agricultura y
muchos de nuestros vecinos y vecinas tenían que emigrar de forma
temporal o definitiva, dentro o fuera del país, para encontrar mejores
oportunidades de trabajo. Paco, tras finalizar sus estudios en
Barcelona, pudo elegir continuar haciendo carrera profesional fuera,
pero volvió a su municipio cargado de ilusión y espíritu emprendedor.
Fueron él y sus hermanos, quienes aportaron el capital inicial, la idea
y la puesta en marcha del proyecto que sería y aún hoy sigue siendo,
una de las principales fuentes de empleo y actividad industrial en la
comarca.
En los ochenta llegaron tiempos más
complicados, aquellos en
los que ganaban terreno la competitividad internacional y los grandes
grupos empresariales. En ellos, el ingeniero estuvo a la altura de la
responsabilidad, la ética y la valentía para negociar y tomar
decisiones difíciles.
Francisco Montañés para todos,
especialmente para los más
jóvenes, es una referencia del espíritu innovador, de la capacidad de
emprender, de valorar y evaluar riesgos, un ejemplo del perfil de
empresariado que necesitamos para seguir avanzando en la provincia.
Paco seguirá siendo el ingeniero y el amigo, la cabeza pensante y el
corazón de la máquina, el diseñador del croquis de un proyecto que su
conocimiento, creatividad y esfuerzo hicieron una realidad para todas y
todos los alcalaínos.
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