Pasaje a la Ciencia
Números publicados
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Inicio->Número 11 (junio 2008)->Cuando
la Física se llamaba Física divertida
El Instituto
“Padre Luis Coloma” inició sus actividades en 1838 como colegio de
Humanidades, alcanzó la categoría de Instituto local en 1842 y en 1850
llegó a ser Instituto provincial. La protección económica de Juan
Sánchez, bodeguero de Jerez, que en su testamento había dejado un
fuerte capital para la fundación en la ciudad de un centro de enseñanza
que preparara a los estudiantes para ir a la universidad, le
proporcionó una situación desahogada que le permitió ir adquiriendo
materiales modernos y de calidad que facilitaban y mejoraban la
enseñanza. Se iniciaron colecciones de aparatos y objetos didácticos
que se exponían en gabinetes especializados por asignaturas. Se hizo
tal esfuerzo que se consiguió que el Instituto fuese un centro de
referencia entre los Institutos de la Nación. Luego, en su larga
historia, aunque perdió las asignaciones económicas del principio, las
bases iniciales permanecieron y el espíritu de superación imperó
siempre, de tal forma, que el afán por poner al día los gabinetes y el
prurito de conservar la bien adquirida fama de centro bien dotado,
llevó al Instituto a ímprobos esfuerzos de mantenimiento y mejora[1].
Para nosotros, profesores del último cuarto del
siglo XX en el Instituto Padre Luis Coloma, la presencia en el centro
de un gran número de aparatos antiguos de Física nos ha llevado durante
mucho tiempo a plantearnos la finalidad de los mismos, su utilización
y, sobre todo, la mentalidad y la ideología de un profesorado que desde
mediados del siglo XIX mantenía y acrecentaba aquellas colecciones. El
camino ha sido largo de recorrer. Muy duro al principio porque todo era
un caos, muchos aparatos estaban mal guardados y en desorden, porque
¿dónde se guarda en un instituto actual un material como éste? Desde
luego las instituciones no atendían a este problema. Hemos sido los
profesores, por nuestra cuenta y en nuestro tiempo, los que hemos
intentado salvar este fondo patrimonial.
Primero hubo que identificar y proceder a la
recomposición de muchos aparatos que estaban sucios y descompuestos; al
mismo tiempo buscamos información sobre ellos en catálogos de
laboratorios, en libros de texto antiguos y otros documentos que nos
pudieran informar sobre las adquisiciones, el precio, sus lugares de
procedencia...
El resultado ha sido que ahora conocemos las
empresas fabricantes de toda Europa especializadas en la fabricación de
material de enseñanza y hemos manejado los catálogos existentes en
nuestros propios archivos que también hemos tenido que recuperar. Hemos
conseguido trabajar y consultar un número muy elevado de libros de
texto del siglo XIX procedentes de nuestra Biblioteca antigua que
también hemos tenido que organizar. Pero, sobre todo, la catalogación y
clasificación del material existente que ha dado lugar a un pequeño
museo, entrañable para el Instituto, para la ciudad de Jerez y sorpresa
de nuestros visitantes que creen imposible una realidad como esta.
Están expuestos unos 200 aparatos de Física y Química así como más de
200 especies distintas de animales de todo el mundo y del entorno junto
con rocas, minerales, fósiles. Destaca el Herbario con mil especies
distintas, muy bien conservado. Libros, cuadernos, lapiceros, tinteros,
secantes... forman otro conjunto de interés para la Historia de la
Educación.
La catalogación y clasificación de aparatos nos ha
servido para profundizar en el proceso de evolución histórica de la
Física en los dos últimos siglos. Pero sobre todo, ha sido motivo para
trabajar con nuestros alumnos que, sintiéndose protagonistas de su
propio aprendizaje, fueron colaborando, generación tras generación, en
la localización de los aparatos, de los libros de texto y en la
organización y consulta del archivo.
En el presente trabajo nos gustaría exponer cómo
se ha reflejado en la sociedad española y de nuestro entorno este
esfuerzo tan grande que desde los Institutos se hizo por la enseñanza
de la Ciencia, por su fe en el progreso, por su participación en el
desarrollo industrial y en el avance de las Ciencias.
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La Física y los Gabinetes en las nuevas
leyes
La legislación titulaba la asignatura de Física
como “Elementos de Física con algunos elementos de Química”. Se
impartía en el último curso del Bachillerato, tanto en la ley Pidal
(1845), que se estudiaba en 5º curso, como en la ley Moyano (1857), que
se hacía en 6º. Las clases de esta materia eran diarias y tenían una
duración de una hora y media. A la semana un total de nueve horas.
En el título VI de la sección 3ª de la ley Pidal
(1845) se decía con qué medios de instrucción deberían contar los
establecimientos públicos y de la Física en concreto dice:
Las asignaturas de Física y Química tendrán:
- Un gabinete de Física con todos los
aparatos que se exigen en la enseñanza elemental de esta ciencia.
- Un laboratorio de Química con los
aparejos y reactivos necesarios.
- Un patio donde se pudieran hacer las
operaciones químicas que exigen el aire libre.
Con la ley Moyano (1857) se publicó el Reglamento
del 22 de Mayo de 1859 que en el Capítulo III, Artículo 4º dice: ...
habrá además en los Institutos un Gabinete de Física y un Laboratorio
químico con los aparatos e instrumentos indispensables para dar con
fruto esta enseñanza.
En el Artículo 19 dice: “La dirección general de
Instrucción pública formará catálogo de los objetos propios para la
enseñanza de cada una de las asignaturas indicadas en el artículo
anterior, a fin de que los directores se ajusten a ellos en las
adquisiciones que se hagan.”
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El catedrático
Juan Chavarri es el primer catedrático de Física,
Química e Historia natural del Instituto. Estuvo incorporado al
claustro desde su inauguración en 1838 hasta 1845 que fue destinado a
Madrid. En este periodo el Colegio de Humanidades de Jerez se convirtió
en Instituto Local (1842).
Todavía sin libro de texto, el profesor hizo una
relación, sin numerar, de los temas que compondrían la asignatura que
iba a dar. Su programa, publicado por el Instituto en 1838, es la base
de lo que después habría de ser esta asignatura en el bachillerato que
surgiera de la Ley Moyano. Dominan en él la Mecánica de sólidos y
líquidos, los estudios del Calor y sólo unos conceptos iniciales de
Electricidad.
Unos años más tarde, Juan Chavarri, con destino en
la Universidad Central de Madrid, fue el autor de un libro de texto
junto con otro catedrático de la Universidad, Venancio González
Valledor, que publicaron en 1856. Este libro de texto aun no llevaba
grabados como tenían los libros franceses de la época (por ejemplo, el
texto de Ganot, de 1853, tiene 747 grabados).
De todos modos, es indudable que estamos ante un
pionero de la asignatura pues cuando los demás institutos aun ni se
habían iniciado, el catedrático de Física del Instituto de Jerez, junto
a su programa, había montado un imponente gabinete donde los alumnos
experimentaban los conocimientos adquiridos. Estamos ante una
asignatura nueva que lleva consigo un nuevo método de enseñanza que
ponía en práctica todo lo que se aprendía en la teoría.
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El gabinete de Física
En 1838, en la apertura del Colegio de
Humanidades, base del Instituto de Jerez, se dice de los gabinetes que
ya estaban completos para los programas propuestos. Además del
catedrático de Física, Juan Chavarri, se nombró un ayudante para el
montaje de aparatos en Física y la preparación de experiencias en
Química. Todo ello expresado en el siguiente texto:
Para
que no falte nada a la perfecta enseñanza de la ciencia hállanse
completos dos gabinetes de máquinas y aparatos para las lecciones de
Física experimental y Química. Para la custodia de los gabinetes hay un
conserje, que es a un tiempo ayudante para las operaciones de dichas
dos clases.[2]
La adquisición de materiales sobrepasó las
fronteras andaluzas y españolas y fueron adquiridos, en su mayoría, en
Francia, en Alemania o en Inglaterra, donde personas de confianza se
hacían cargo de las compras y comprobaban su eficacia y buena hechura,
muchas de ellas eran representantes comerciales de las bodegas de Jerez
en estos países. Para adquirir los materiales acudieron a todo tipo de
empresas nacionales y extranjeras tanto de fabricación como de
transporte.
Los aparatos adquiridos fueron de mucha solidez,
encargados a empresas de solvencia científica y buena factura. Muchos
modelos fueron encargo exclusivo del centro y llegaron numerados. Por
todo ello se enorgullecen al haber conseguido aparatos buenos,
duraderos, que no se perdieran por el uso y muchos más que los exigidos
por el catálogo que el Estado había publicado para este fin:
Tenemos
muchos más aparatos que los que ha recomendado el Estado. Los aparatos
son de marcas de primera calidad “doble marca”, de mucha solidez y
aunque llevan en funcionamiento veinte años se conservan muy bien no
como los de otros centros que no aguantan ni una limpieza[3]
El gabinete tenía en 1861, 229 aparatos de Física,
180 objetos tenía el laboratorio de Química y 9 aparatos el
observatorio de Meteorología que se instaló en el Instituto. Desde
entonces no se paró en aumentar o reponer lo necesario, por eso en la
colección actual existen instrumentos de todas las ramas de la Física
que se estudiaban a finales del XIX y principios del XX.
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La asignatura : La Física divertida,
La
Física recreativa
En las últimas décadas del siglo XIX es normal, al
referirse a la Física, denominarla divertida o recreativa;
y es que estamos ante la Física de los inventos que está perfectamente
encajada en la Tecnología del momento y en el afán de descubrir nuevas
verdades científicas que enriquecieran las novedades y que sirvieran
para el progreso y para el porvenir, palabras repetidas continuamente
en las Memorias Anuales de cada curso y en los discursos de los
Directores o de los Secretarios. En este ambiente era de esperar la
aparición de profesores y alumnos, llenos de optimismo y de fantasía,
que fuesen capaces de aportar avances a la ciencia y de contribuir a la
difusión de los nuevos conocimientos.
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Grupo de alumnos haciendo subir un
globo aerostático. El profesor aparece en el centro. Ganot: Traité Elementaire de Phisique
experimentale et appliquée y de meteorología.
Publicada por el autor. En París en 1853. 2ª Edición. Lámina 83. Página
137 |
Revisando los inventarios de compras encontramos
objetos con nombres muy evocadores referidos al mundo de la
imaginación, del encanto mágico o del embrujo. Nombres que embaucarían
la atención del alumnado y que los transportaría a unas realidades
futuras que además de atractivas, resultaban divertidas. Pensamos en
las experiencias realizadas sobre la tarima del Gabinete o Laboratorio,
en los experimentos hechos en el patio del recreo donde aquellos artilugios
fascinantes producían “milagros”: luces fosforescentes,
globos que subían a las nubes, fenómenos eléctricos… Los libros de
texto muestran algunas láminas en blanco y negro de estas experiencias.
A partir de los inventarios obtenemos listas de
aparatos que hemos llegado a clasificar según sus nombres. La lista que
exponemos a continuación recoge denominaciones muy atractivas para el
alumnado. Este hecho nos confirma que llamarlos así era otra medida
didáctica para atraer la atención y curiosidad de los adolescentes.
Tenía que ser divertida una asignatura cuyos
aparatos tenían nombres como:
La Lluvia de Mercurio |
El Martillo de agua |
El Rompe vejigas |
La Fuente de Herón |
Los Vasos de Tántalo |
Los cinco globos aerostáticos |
La Linterna mágica con vistas |
El Árbol eléctrico |
El Sol girante |
El Campanario eléctrico |
El Aparato para el granizo eléctrico |
La Estrella luminosa |
El Bastón fulminante |
El Huevo eléctrico |
El Cuadro mágico |
El Corta manzana |
Los Hemisferios de Magdeburgo |
La Regadera mágica |
El Figurín equilibrista |
Las Esferas flotantes |
La Fuente en el vacío |
El Embudo mágico |
Las Botellas centelleantes |
El Ludión o diablillo de Descartes |
Todos los aparatos citados estuvieron en los
gabinetes del Instituto de Jerez, así constan en las Memorias, junto
con otros muchos. Hoy no están todos los citados, pero sí que hay una
buena representación de ellos como para poder imaginarnos lo atractiva
que resultaría la asignatura.
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Julio Verne
En el desarrollo de este trabajo nos han venido
muchas veces a la mente las novelas y los personajes de Julio Verne,
como producto de este tipo de enseñanza que se practicó en toda Europa
occidental. Julio Verne fue alumno de bachillerato en Francia donde
aprendió Física con este mismo método y con casi los mismos aparatos.
De su aprendizaje se desprenden muchas de las ideas que expone en sus
novelas. Por eso pensamos en la satisfacción que sentirían los
profesores y en la confianza que tendrían en hacer nuevos
descubrimientos y conquistas. Muchos profesores procedían de la
flamante Escuela de Ingenieros de Sevilla y muchos alumnos dirigieron
hacia allí sus pasos. Eran muchos “Julios Verne” en potencia. No en
balde, en el Viaje al Centro de la Tierra, en 20.000
leguas de viaje submarino, en Las tribulaciones de
un chino en China... describe el autor numerosos aparatos: el
“Carrete de Ruhmkorff”, la botella de Leyden, el plano inclinado, la
máquina de Clarcke, el mechero Bunsen, barómetros, higrómetros,
manómetros... Los aparatos descritos en estas novelas estaban en esta
época en los Gabinetes de Física del Instituto. Actualmente, de todos
ellos, hay ejemplares en la colección del Instituto de Jerez y podemos
aprovechar sus descripciones para explicarlas a los alumnos. (Al final
incluimos tres aparatos del Museo con su explicación científica y los
comentarios, también científicos de las novelas de Julio Verne).
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D. Santiago Ramón y Cajal, alumno en el
Instituto de Huesca
Que los aparatos atraían la curiosidad de los
adolescentes, que quedarían muy impactados o que difícilmente podrían
olvidar aquellas verdades demostradas, nos lo confirman los comentarios
de Ramón y Cajal sobre la asignatura cuando, como estudiante, del
Instituto de Huesca comenta su clase de Física:
Cada
ley o propiedad esencial era comprobada mediante experimentos
concluyentes, que venían a ser para nuestra ingenua curiosidad juegos
de mano de sublime taumaturgo. Con embeleso y atención cada vez más
despierta, mirábamos colocar sobre la mesa los imponentes y extraños
aparatos, muy especialmente las formidables máquinas eléctricas de
tensión, entonces de moda.
Dejo
apuntado ya cuán interesante encontré la Física, la ciencia de los
milagros. La óptica, la electricidad y el magnetismo con sus
maravillosos fenómenos, teníanme embobado[4].
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Alumnos ilustres del Instituto de Jerez
Asimismo en los primeros años del siglo XX
estudiaba en las aulas del Instituto de Jerez D. Manuel Lora
Tamayo, que llegó a ser catedrático de Química y Ministro de
Educación Nacional y que no se cansó de decir cómo le habían gustado
estas asignaturas y además recuerda a sus compañeros del instituto que
habían obtenido grandes éxitos en el campo de la ciencia:
Tengo
presentes los gabinetes de Física, muy completos para experiencias de
cátedra o los de Historia Natural, en los que aprendimos una anatomía
no superada después. Por allí desfilaron, oficiales o colegiados, entre
otros que recuerde el geómetra Pedro Pineda, del que años más tarde fui
colega en la Facultad de Ciencias de Madrid, el ingeniero de caminos y
profesor de la Escuela Pedro Manuel González Quijano, mi vecino de
sillón en la Real Academia de Ciencias, el ingeniero Eduardo Ángulo,
cofundador de la Empresa Nacional Calvo Sotelo de lubricantes, de la
que fue director general y presidente, el jesuita Joaquín Peñuela,
especialista en lenguas semíticas[5].
Cita D. Manuel a Pedro Pineda Gutiérrez, a Pedro
Miguel González Quijano y a Eduardo Angulo. De los tres incluimos una
pequeña reseña porque pertenecen a la generación del 27 y que por ser
sus especialidades en el campo de las Ciencias y haberlas desarrollado
en los años 30 han permanecido en el desconocimiento de muchos.
Pedro
Pineda Gutiérrez (1891-1983). Consta en los libros de
Secretaría que ingresó en 1901, que hizo el Examen de Estado el 16 de
junio de 1908. Pedro Pineda fue geómetra y catedrático de la Facultad
de Ciencias de Madrid, doctor en Ciencias Exactas, catedrático de
Geometría Diferencial y de Geometría y Trigonometría de la Facultad de
Ciencias de la Universidad de Madrid y, anteriormente por oposición, de
Geometría Descriptiva de la de Zaragoza. Fue autor de interesantes
trabajos y publicaciones sobre diferentes puntos de la matemática, uno
de ellos titulado "Estudio de la Colineación compleja en el plano y
representación real de la misma", premiada por la Academia en el
concurso ordinario de 1924. En un artículo reciente sobre su trabajo lo
vemos en una fotografía acompañado de Albert Einstein en Zaragoza en
1923[6].
Pedro Miguel González Quijano (1870 –
1958). Consta también en los libros de Secretaría del
instituto de Jerez. Fue ingeniero de caminos y profesor de la escuela
de Ingenieros de Caminos, académico de la Real Academia de Ciencias y
eminente ingeniero y matemático. Entre sus proyectos se encuentra la
dirección de obras del pantano de Guadalcacín, que recibió el Premio a
la Construcción en 1919. Son también muy valorados los sifones
realizados en la Junta de los Ríos (Cádiz).
Fue inspector general del Cuerpo de Ingenieros de
Caminos, Canales y Puertos, profesor de Hidráulica y de Hidrología en
la Escuela del mismo Cuerpo, delegado de España en la World Power
Conference. Fue corresponsal de la Academia de Ciencias de Zaragoza y
del Instituto de Coimbra. Autor de obras como "El problema del agua",
"Hidrológica general agrícola", "Política hidráulica" y "Repoblación
forestal" y de otros trabajos científicos.
Eduardo Angulo. Cofundador de
la empresa nacional Calvo Sotelo de lubricantes durante la dictadura
del general Primo de Rivera. Director general y presidente de la misma
y autor de numerosos estudios de su especialidad.
Estos alumnos así como otros muchos son el
resultado de un tipo de enseñanza como la que estamos intentando
describir aquí.
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Y algún profesor
Don Eduardo García Rodeja.
Catedrático de este Instituto entre los años 1916 – 1920 que cesó por
traslado al Instituto de Málaga, donde sería el profesor de Severo
Ochoa en 1921. Por una carta del premio Nobel a su profesor podemos
hacernos idea de cómo ejercía su profesión:
¿Qué
valor pueden tener los conocimientos que usted me transmitió?
Incalculable, y añada usted a ello el estímulo de su entusiasmo que tan
fascinadora y atractiva hizo para mí la Química… Sabe usted muy bien
cuán pocos son los maestros capaces no sólo de enseñar bien, sino, y
esto vale quizá más, de hacerlo con tal entusiasmo, dedicación y
ejemplaridad que excitan la imaginación y el interés de sus alumnos,
hasta el punto de convertir sus estudios y trabajos en un verdadero
placer… Que tenga usted muchos años para seguir haciendo a otros
jóvenes el bien que a mí me hizo[7].
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Algunas conclusiones
Nos resulta obvio que de una didáctica viva, de un
buen método
activo, de unos buenos materiales, de un profesorado motivado y bien
formado tienen que resultar unos alumnos preparados y dispuestos a
trabajar por el desarrollo científico e inclinados a la labor
investigadora. Como así fue.
La formación del Gabinete respondió a tres
criterios fundamentales
que intuimos a partir de las actividades desarrolladas para su
formación y conservación:
- El placer de la contemplación basado
no sólo en el conjunto
de la colección sino en cada aparato con la convicción de que su
funcionamiento desarrollaría en el alumnado, aparte de las verdades
científicas, la imaginación, la fantasía y el juego. Actualmente
produce la misma fascinación que cuando fueron observados por vez
primera y esto justifica nuestro trabajo actual.
- El interés por la investigación.
La invención y manejo de
estos aparatos iban encaminados a los descubrimientos industriales,
propios de la era que se vivía. Después, el impetuoso progreso llevó al
olvido de muchos de estos artilugios hasta reducirlos a la inutilidad,
a pesar de estar basados en principios físicos que habían sido el
origen de innumerables adelantos.
- Las posibilidades didácticas.
La exposición puso a
disposición de profesores y alumnos un recurso de primer orden para el
estudio de la Física. Hoy puede poner a disposición de la Enseñanza el
estudio crítico de la Historia de las Ciencias Experimentales, el
análisis del lenguaje audiovisual y, sobre todo, puede servir como
soporte experimental para la Física y Química actuales.
Creemos que la colección servirá para estimular
nuevas
investigaciones y que facilitará la consulta de fuentes
complementarias, etc.
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Tubos Geissler.
Adquiridos por el Instituto en 1878 (seis en caja y cinco sueltos).
Nº de inventario: 64.
Electricidad.
Son tres.
Efectos luminosos al producirse la descarga en gases muy enrarecidos.
Por medio de alambres, el tubo que contiene gases muy enrarecidos u
otras sustancias fosforescentes, se producen curiosos y bellísimos
efectos de iluminación.
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El plano inclinado del gabinete de Jerez
En las Memorias del Instituto se le cita así:”
Aparato para demostrar las propiedades del plano inclinado, con plano
de cristal y círculo graduado de latón”. De madera, latón y vidrio.
Plano inclinado de cristal con tornillo para inclinarlo.
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Ficha técnica
Nº de
inventario: 6
Mecánica de
Sólidos
Adquirida por
el Instituto antes de 1861.
Adquirida por
2ª vez en 1887.
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La máquina se compone de una plataforma de vidrio,
dos elementos de medida -un goniómetro para medir el ángulo de
inclinación y un centímetro para medir la altura-, un paralelogramo que
incorpora una cuerda, que posee un gancho en el extremo para acoplar
los pesos y en uno de los bordes del vidrio una pequeña polea que
permite que la cuerda tire del cuerpo perpendicularmente y paralela al
plano.
Utilidad
En el Museo de la Ciencia de Madrid: La máquina se
utiliza para demostrar el comportamiento de un cuerpo sobre un plano
inclinado e identificar las diferentes fuerzas que actúan sobre él.
Museo de la Ciencia
y de la Tecnología. Madrid.
En los libros de texto del siglo XIX: Para
demostrar la ley de equilibrio en el plano inclinado.
Marcolaín San Juan:
Elementos
de Física Moderna.
Zaragoza, 1900. Pag. 33.
Para elevar materiales voluminosos sino hay tornos
o poleas. Probablemente se usó para la construcción de monumentos
antiguos.
Feliú
Pérez,Bartolomé: Física
Experimental y aplicada.
Valencia, 1876. Pg. 33, fig. 41.
Julio Verne: “20.000
leguas de viaje submarino”:
Pero puedo mover el Nautilus de abajo arriba y de
arriba abajo en un plano vertical por medio de dos planos inclinados
unidos a sus costados sobre su centro de flotación, planos móviles que
pueden tomar todas las posiciones y que se manejan desde el interior
por medio de poderosas palancas.
Julio Verne: 20.000 leguas de viaje submarino.
Capítulo XIII. Pag. 121.
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La Botella de Leyden del gabinete de Jerez
Utilidad
Para acumular carga eléctrica. Este sencillo
instrumento es el primer condensador de la historia. Su utilidad radica
en la posibilidad de disponer, una vez cargada, de electricidad para el
estudio y la experimentación del fenómeno de la descarga eléctrica en
cualquier lugar y momento. Para cargarla basta con conectar sus
armaduras interior y exterior a una máquina electrostática y a tierra
respectivamente.
(Museo Nacional de
la Ciencia y la Tecnología. Madrid)
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Manuel
Fernández de Fígares: Manual
de Física y Nociones de Química. Granada. Librería de los
señores, viuda e hijos de Zamora. Cuarta edición. 1875. Pagina 465.
Fig. 321 |
Ficha técnica
Nºde inventario: 7. Electricidad. Modelo 1
Adquirida por el Instituto antes de 1861
Adquirida por 2ª vez por el Instituto en 1887
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Entre las experiencias recogidas por el popular
libro de Ganot en 1875 figura una escena de varios alumnos cogidos por
la mano junto con el profesor, quien sujetaba una botella de Leyden
cargada. De este modo, podía producir una descarga eléctrica que era
transmitida a todo el grupo. Ganot también sugería la realización de
experiencias donde uno de los alumnos podía emitir rayos eléctricos por
sus manos, tras ser previamente electrizado sobre un taburete de
madera, así como la realización de un "teatro eléctrico", donde las
figuras eran movidas por la acción de la electricidad al igual que
las"campanas eléctricas."
(J.R. Bartomeu
Sánchez y Antonio García Belmar: Instrumentos científicos.
Universidad de Valencia. Guía Didactica . Museo de Valencia.)
Julio Verne y la Botella de Leyden:
“Al leer esto pegó mi tío un salto, cual si hubiese recibido de
improviso la descarga de una botella de Leyden.”
Julio Verne: Viaje
al centro de la Tierra. Capítulo V. Edit. Anaya. Página 36.
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Los Carretes Ruhmkorff del Gabinete de
Jerez
El carrete Ruhmkorff fue un instrumento, muy
popular en el siglo XIX , nombrado así en honor a su fabricante,
Heinrich Daniel Ruhmkorff (1803 – 1877).
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Ficha técnica
Nºde
inventario: 28 de Electricidad.
Modelo 3
Máquina de
inducción por las corrientes, llamados aparatos de inducción
electrovoltaicos.
Adquirida en 1881 y pagada con dinero procedente de los derechos
académicos.
Fue encargada a los talleres del inventor, Ruhmkorff, en París. Cajón
de madera, tubos de ebonita y discos de cristal. |
Utilidad
Se compone de dos bobinas de ebonita una dentro de otra. La interior es
la inductora y se pone en comunicación alternativamente
establecida e interrumpida con los polos de una pila; además
lleva en su interior un manojo de hilos de hierro dulce. La bobina
exterior, en la cual se desenvuelve la corriente inducida, está formada
de hilo muy fino y muy largo cuyos extremos terminan en dos columnitas
aisladoras.
Manuel Fernández de
Fígares: Manual de Física y Nociones de Química. Granada.
Librería de los señores, viuda e hijos de Zamora. Cuarta edición. 1875.
Pagina 531
Para la
producción de corrientes inducidas. Bobina
de inducción. Generador electrovoltaico para los tubos Geisler y para
los tubos de rayos X.
(Marcolaín Sanjuán,
R. Pedro: Elementos de Física Moderna Moderna.
Zaragoza, 1900. Pag. 449. F 564.
De invención anterior a la de los transformadores
de corriente alterna, es un verdadero transformador polimorfo y
elevador, en el que se obtiene, a partir de una corriente primaria
continua y de pequeña f.e.m. otra de alta tensión y alterna.
La bobina o carrete de inducción de Rühmkorff,
precursor del transformador, se utiliza para obtener corrientes
inducidas de alta frecuencia y potencial. Con este tipo de corrientes
era posible iluminar tubos de Geissler, de rayos X, detonar explosivos
a distancia, etc.
Museo Nacional de
la Ciencia y de la Tecnología. Madrid
Los carretes de Ruhmkorf llegan a dar chispas
hasta de medio metro de longitud. Se observa en el eje una línea blanca
y brillante rodeada de otra envoltura más tenue de color violeta. La
porción brillante de la chispa es la “descarga de tensión”. La
envoltura morada recibe el nombre de “descarga de cantidad”. Pueden
separarse con un ligero soplo.
E. Lozano y Ponce
de León: Elementos de Física General. Madrid, 1904.
Pag. 737 y 738.
Julio Verne y el carrete Ruhmkorff
-¿Cómo podeis alumbrar el camino y guiar vuestros
pasos en el fondo del océano?
-Con el aparato Ruhmkorff, señor Aronnax. El
primero se lleva a la espalda como os he dicho y el segundo se sujeta a
la cintura, se compone de una pila Bunsen que pongo en actividad, no
con bicromato de potasa sino con sodio. Una bobina de inducción recoge
la electricidad producida, dirigiéndola hacia una linterna. En esta
linterna hay un serpentín de cristal que solo contiene un residuo de
gas carbónico. Cuando el aparato funciona, este gas se hace luminoso y
da una luz blanquecina y permanente.
Julio Verne: 20.000
leguas de viaje submarino. Cap.XV
Tomó con una mano el aparato de Ruhkorff
que llevaba suspendido del cuello, puso en comunicación con la otra la
corriente eléctrica del serpentín de la linterna y una luz bastante
viva disipó las tinieblas de la galería.
Julio Verne: Viaje
al centro de la tierra. Capítulo XVIII
El aparato M. Ruhmkorff consiste en una
pila Bunsen activada por bicromato de potasa que no desprende ningún
olor; una bobina de inducción pone la electricidad producida por la
pila en comunicación con una linterna de una disposición particular; en
esta linterna se encuentra un serpentín de vidrio en que se ha hecho el
vacío y en el que queda sólo un residuo del gas carbónico o de
nitrógeno. Cuando funciona el aparato, este gas se vuelve luminoso
produciendo una luz blanquecina y continua. La pila y la bobina están
colocadas en un saco de cuero que el viajero lleva en bandolera. La
linterna, colocada en el exterior, ilumina perfectamente en las más
profundas oscuridades; permite aventurarse, sin temor a explosión
alguna, en medio de los gases más inflamables e incluso no se apaga en
el seno de las más profundas corrientes de agua. El señor Ruhmkorff es
un sabio y hábil físico. Su gran descubrimiento es su bobina de
inducción que permite producir electricidad de alta tensión. Acaba de
obtener, en 1864, el premio quinquenal de 50.000 francos que Francia
reservaba a la aplicación más ingeniosa de la electricidad.
Julio Verne: Viaje
al Centro de la Tierra. Capítulo XI.
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Notas
a pie
- Mª Dolores Rodríguez Doblas: El
Instituto Padre Luis Coloma, 150 años de historia. BUC,
Jerez, 1989.[Volver
a la lectura]
- Prospecto
de la enseñanza literaria y moral que se da en el Colegio de
Humanidades de S. Juan Bautista en la ciudad de Jerez de la Frontera.
1838. Pag.7.[Volver
a la lectura]
- Julián Pérez y Muro: Memorias de 1861.[Volver a la lectura]
- Santiago Ramón y Cajal: Mi Infancia y
Juventud. Capítulo XVIII.[Volver a la lectura]
- Manuel Lora Tamayo: ABC. Tribuna Abierta. 10 –
7 – 1988. [Volver a
la lectura]
- Fco. González Redondo y Lourdes de Vicente
Laseca. Internet.[Volver
a la lectura]
- Eduardo García Rodeja, Severo Ochoa,
Premio Nobel. Ministerio de Educación y Ciencia. Prontuario
del profesor. Cátedra 1960-1961. Pag. 472,473.[Volver a la lectura]
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