En el año 2006 conmemoramos el centenario de la concesión del Premio Nobel a Santiago Ramón y Cajal (1852-1934). El 12 de diciembre de 1906, Cajal impartió, en francés, su conferencia del Premio Nobel «Estructura y conexiones de la neurona». El año 2005 se declaró año internacional de la Física para conmemorar el centenario de la publicación de cuatro artículos de Albert Einstein (1879-1955) en la revista alemana Annalen der Physik que cambiaron el rumbo de la física; el premio Nobel se lo concedieron en 1921. ¿Tienen algo en común las biografías de ambos premios Nobel?
Los separan 27 años de edad, dos países, España y Alemania, con un grado de desarrollo no comparable y se dedicaron además a dos ramas de la ciencia, neurociencia y física, con métodos de investigación también distintos. A Cajal le concedieron el Premio Nobel a los 55 años y a Einstein a los 42 años. Sin embargo, comparando sus estudios secundarios, universitarios, su carrera científica y la influencia en la sociedad de su tiempo encontramos sorprendentes similitudes que quizás nos expliquen como se forja un genio paso a paso.
Célula piramidal impregnada por el método Golgi.
Preparación histológica y fotografía de Miguel Freire |
En los estudios en el Instituto no fueron brillantes, tuvieron dificultades para aprender de memoria textos y fechas, que debido a la formación memorística de esas épocas, podría explicar el escaso rendimiento en esta etapa. En la Universidad demostraron ya su trayectoria excepcional en aquellas áreas en las que realizaron un estudio personal fuera de los programas académicos. Einstein leía a los grandes físicos y Cajal lee la Patología celular de Virchow que combatía el “vitalismo” mientras en las clases algunos profesores usaban todavía una supuesta «fuerza vital» para explicar muchos fenómenos biológicos. Ambos estuvieron interesados en aprender por su cuenta filosofía y leer literatura.
En los primeros trabajos científicos que publican, en muy poco tiempo, revolucionan y cambian los conceptos más extendidos y aceptados en los campos de la neurociencia y de la física. Einstein con el trabajo realizado en 1905, su Annus mirabilis, publicó cuatro artículos: la naturaleza cuántica de la luz, la existencia de átomos de tamaño definido, la relatividad especial y la relación entre masa y energía. Cajal, en 1888, en su primer trabajo científico sobre el sistema nervioso descubre la arborización terminal de los axones en los centros nerviosos demostrando que las relaciones entre las células nerviosas deberían realizarse por contacto. Las células nerviosas ó neuronas son, por tanto, independientes, rebatiendo así la teoría reticularista imperante en la época según la cual las prolongaciones de las células nerviosas se continuaban unas con las otras. En este trabajo hace otro descubrimiento, las espinas dendríticas que observó en las dendritas de las células de Purkinje del cerebelo como “puntas ó espinas cortas” de las dendritas. En trabajos posteriores, Cajal demostró la existencia real de las espinas dendríticas, que no eran artefactos del método de Golgi, como erróneamente afirmaban eminentes científicos de la época, concluyendo que «por virtud de las susodichas espinas, la ramificación protoplásmica aumenta su superficie colectora y se establecen contactos más íntimos entre aquélla y las arborizaciones nerviosas terminales«. En el mismo año de 1888, Cajal descubrió las fibras paralelas y trepadoras del cerebelo y las fibras centrífugas de la retina. En 1890, Cajal descubrió el cono de crecimiento, fue la primera vez que se observó el final de una fibra nerviosa embrionaria como espesamiento irregular provisto de apéndices; en 1891, desarrolló su teoría de la polarización dinámica que explica la transmisión del impulso nervioso por la neurona desde las dendritas al axón pasando por el soma ó cuerpo celular y, en 1892, su teoría quimiotáctica que describe la influencia atrayente o repulsiva de sustancias químicas durante el desarrollo de la célula nerviosa.
Ambos científicos continuaron sus carreras hacia teorías y leyes más generales que pudieran explicar el funcionamiento del sistema nervioso y la estructura del mundo físico. Einstein desarrolla su teoría de la relatividad general, Cajal establece la ley del progreso morfológico (las neuronas crearían nuevos apéndices y nuevas conexiones a lo largo de la serie filogénica consintiendo la creación de nuevas asociaciones), la teoría de la avalancha nerviosa y de la unidad de impresión (la impresión recogida en la periferia por una sola célula sensorial se propaga en avalancha, por un número creciente de células, hasta el cerebro), las leyes de ahorro de espacio (se evitan huecos inútiles, el soma neuronal se sitúa donde hay escasez de arborizaciones), de materia (construcción de la vía más corta entre dos territorios asociados) y de tiempo de conducción (consecuencia dinámica de la ley anterior).
Continuaron trabajando hasta el final de sus vidas, Einstein empeñado en desarrollar una teoría de campo unificada para todas las interacciones físicas y Cajal poniéndose como meta encontrar el substrato neuronal del instinto. Para ello escogió a los insectos como grupo adecuado y estudió la estructura de sus centros nerviosos. Realizó también experimentos de comportamiento en las hormigas, utilizando durante varios años hormigueros localizados en el Parque del Retiro de Madrid, cerca de su casa de Cuatros Caminos, en la Granja de Segovia, etc., estudiando el problema del retorno al nido colocando obstáculos y modificando la pista que utilizan las hormigas. Estudió también las capacidades sensoriales de las hormigas usando diferentes colores, olores, lentes, etc. y las relaciones entre hormigas: comunicación, manejo de hormigas heridas o muertas, fenómenos de esclavismo, etc.
Coinciden también, Cajal y Einstein en su espíritu independiente y no aceptar ninguna sujeción a las ideas de otros investigadores, defendieron sus hallazgos en contra de los más afamados científicos de su época y también ambos, en la mayoría de los casos sino en todos, tuvieron razón en sus conclusiones.
En cuanto al número de publicaciones, Einstein publicó 300 trabajos científicos y Cajal 283 y 23 libros científicos y literarios. Entre los científicos debemos destacar la Textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados que compila sus investigaciones sobre la estructura y función del sistema nervioso aportando estudios y observaciones no publicadas; sus Estudios sobre la degeneración y regeneración del sistema nervioso. Entre los trabajos literarios de Cajal citamos Cuentos de vacaciones (Narraciones pseudocientíficas), Recuerdos de mi vida (biografía en dos partes: Infancia y Juventud e Historia de mi labor científica) y Reglas y consejos sobre la investigación biológica.
Ambos, Cajal y Einstein fueron también figuras sociales de referencia y expresaron públicamente sus opiniones. Cajal criticando el desastre colonial español en Cuba e intentando mejorar el nivel científico de España como Presidente de la Junta de Ampliación de Estudios. Einstein luchando contra la hegemonía del nazismo y convirtiéndose al final de su vida en un activo pacifista. Ambos también renunciaron a cargos políticos. Cajal a ser ministro y Einstein a ser presidente del Estado de Israel.
Este rápido repaso de las figuras de Cajal y Einstein parece llevarnos a la convicción que los genios se hacen así mismos, al menos el factor de la propia iniciativa desde muy jóvenes parece ser una de las claves. Así Cajal dice en sus «Pensamientos de tendencia educativa» que «El tumulto de la vida social suele obrar sobre las cabezas humanas débiles como el río sobre un cristal de cuarzo. Arrastrado y golpeado por la corriente, conviértese al fin en vulgar canto rodado». Cajal también consideró «…muy verosímil que el trabajo mental continuado… impulse el crecimiento de las expansiones protoplásmicas [dendritas] y colaterales nerviosas [axonales], ampliando el sistema de asociaciones entre células..»
La formación en gran parte autodidacta de Cajal y Einstein en campos fuera de lo estrictamente académico parece haber contribuido a establecer un número de asociaciones nerviosas excepcionales, almacenar una gran cantidad de información y modelos de razonamiento usados en distintas áreas del conocimiento (biología, física, filosofía, literatura, arte, etc.). En su etapa profesional, ambos nos han dado indicios de como aparecieron sus grandes ideas científicas. La «intuición científica» es un proceso que trabaja de forma inconsciente y que se hace de pronto consciente como una solución completa del problema que nos preocupa. Después de hacerse consciente la posible solución, es cuando debemos demostrar los pasos que nos lleven a ella o rechazarla. En 1888, el año que Cajal denominó «mi año cumbre», cuenta como de pronto le apareció claramente la solución al problema de las conexiones del sistema nervioso «…la nueva verdad, laboriosamente buscada y tan esquiva durante dos años de vanos tanteos, surgió de repente en mi espíritu como una revelación«. La evidencia de tales «revelaciones» puede ser tan fuerte que sabemos que lo único que tenemos que hacer es traducirla al lenguaje respectivo biológico, físico, musical, etc. Por su parte, Einstein afirmó «Ya sabía yo que tenía razón» cuando se demostró que la luz era desviada por los cuerpos celestes.
Cajal conocía perfectamente como «…llevar a feliz término una indagación científica, una vez conocidos los métodos conducentes al fin, debemos fijar fuertemente en nuestro espíritu los términos del problema, a fin de provocar enérgicas corrientes de pensamiento, es decir, asociaciones cada vez más complejas y precisas entre las imágenes recibidas por la observación y las ideas que dormitan en nuestro inconsciente, ideas que sólo una concentración vigorosa de nuestras energías mentales podría llevar al campo de la consciencia. No basta la atención expectante, ahincada, es preciso llegar a la preocupación. Importa aprovechar todos los momentos lúcidos de nuestro espíritu, ya la meditación que sigue al descanso prolongado, ya el trabajo supraintensivo….,en fin, la inesperada intuición que brota a menudo, como la chispa del eslabón…»
Por supuesto, el mecanismo que nos explica Cajal en el párrafo anterior podemos y deberíamos aplicarlo a la resolución no solo de los problemas científicos, sino también de cualquier problema que se nos presente en la vida cotidiana. |