Desde el siglo XIX, la identificación positiva de restos humanos se ha venido realizando mediante el análisis y comparación de huellas dactilares, estudios antropológicos, el uso de radiografías para el análisis de rasgos esqueléticos o dentales, y en algunos casos por la presencia de marcas únicas, como tatuajes o cicatrices. Sin embargo, en los últimos años el desarrollo de la genética molecular y las técnicas de análisis de ADN han surgido como una poderosa herramienta para la identificación en casos donde no es posible la utilización de otras técnicas, y para completar o confirmar la información aportada por las mismas.
Existen dos tipos de ADN en la célula: el ADN nuclear y el ADN mitocondrial. Este último es de suma utilidad para la identificación, sobre todo en casos de material ampliamente degradado. Esto es debido a que cada célula contiene gran cantidad de mitocondrias y éstas a su vez miles de copias de la molécula de ADN. Las células tienen sólo dos copias del genoma nuclear, pero cientos de miles de copias del genoma mitocondrial, con lo cual es más fácil que este ADN se conserve mejor en restos degradados o con muchos años de antigüedad. El ADN mitocondrial es heredado exclusivamente por vía materna, ya que las mitocondrias del espermatozoide no penetran en el óvulo en el momento de la fecundación. Eso permite establecer vínculos de parentesco entre individuos relacionados a través del mismo antecesor femenino.
La precisión que se alcanza en este momento en identificación humana con estas técnicas es muy grande, y la fiabilidad, cuando se cuenta con fragmentos de ADN de calidad suficiente, es la más elevada de todos los métodos actuales. Claro está que es preciso comparar con muestras que correspondan sin duda a familiares de la persona a identificar.
Uno de los casos recientes más conocidos de identificación mediante el análisis de ADN mitocondrial ha sido el del supuesto cráneo de Mozart. Éste se ha pretendido identificar comparando con muestras de familiares y los resultados han sido negativos; pero también ha sido negativa la similitud entre las muestras de los que deberían haber sido sus parientes. Ello indicaría, siempre que los análisis estén bien hechos, que el cráneo no es de Mozart o que los parientes no son tales, o ambas cosas a la vez.
El estudio se ha llevado a cabo con dos piezas dentales del cráneo y con muestras óseas de los supuestos parientes. Ello se debe a que en los huesos y en los dientes se da la mejor preservación del ADN puesto que la molécula queda comprimida entre los cristales de hidroxiapatita, que tienen una alta afinidad por el ADN y lo estabilizan. Comentamos a continuación como se procede para la extracción de ADN de huesos o dientes y como se lleva a cabo la identificación genética.
- Extracción de ADN: Consiste en separar la molécula de ADN del resto de componentes celulares. La mayoría de los métodos de extracción de ADN de hueso implican la pulverización de éste (normalmente en nitrógeno líquido), la descalcificación del mismo y la posterior utilización de algún método convencional de extracción de ADN. Este es un paso fundamental en el análisis genético y hay que tener mucho cuidado para no contaminar las muestras. En este sentido se debe minimizar la manipulación de las muestras, utilizar guantes de plástico y mascarillas y todo el material debe ser estéril.
- Cuantificación del ADN: Se realiza una vez finalizada la extracción para saber la cantidad de ADN que hemos obtenido y en qué estado se encuentra.
- Amplificación del ADN: Se copia muchas veces el fragmento concreto de ADN que queremos estudiar (en este caso una zona del ADN mitocondrial), para obtener una cantidad suficiente que permita su detección. Este paso se lleva a cabo mediante la Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR). La polimerasa es una enzima aislada de una bacteria, que junto con otros componentes permite hacer un elevado número de copias del fragmento de ADN de interés. El análisis de ADN antiguo es posible gracias a la gran sensibilidad de la PCR. Pero esta gran ventaja es a su vez una desventaja, ya que se pueden amplificar fragmentos de ADN moderno introducido como contaminante. Por ello se requiere personal cualificado con gran experiencia.
- Secuenciación del ADN: Este paso se lleva a cabo en analizadores genéticos y consiste en determinar la secuencia de bases (A, G, C, T) del fragmento de ADN amplificado.
Una vez finalizado el estudio molecular se analizan los resultados obtenidos y se compara la secuencia de ADN de las muestras analizadas. La identificación, positiva o negativa, será el producto de esa comparación entre una muestra de un sujeto cuya identidad se conoce sin duda y la muestra que se intenta conocer. Entonces pueden ocurrir dos cosas:
- Que la secuencia de ADN mitocondrial de las dos muestras coincida, con lo cual podríamos decir que ambas muestras proceden del mismo linaje materno.
- Que la secuencia de ADN mitocondrial de ambas muestras sea diferente, por lo que los individuos no estarían emparentados por vía materna.
Tan sólo hace 50 años desde que Watson y Crick describieron la estructura de la molécula de ADN y a partir de entonces la genética molecular ha experimentado un extraordinario avance que va aumentando día a día. Por ello, estas técnicas tan novedosas se han incorporado con mucha fuerza a los estudios sobre algún aspecto de la identidad humana, comparaciones entre grupos y tipos de parentesco. Hoy es una herramienta que hay que tener en cuenta, y a la vista de los progresos obtenidos en tan poco tiempo, es segura una rápida evolución que permitirá aún mayores precisiones y unas aplicaciones cada vez más diversas. Los estudios moleculares se revelan como uno de los campos más prometedores y con más futuro para las ciencias biológicas. |