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Charles Darwin. Biografía de un naturalista

Juan Pablo Conde Hernández, Antonio Rafael Freijoo Cano, Cristina López Jaén, Silvia López Villén
I.E.S. Antonio de Mendoza

Charles Darwin nació el 12 de febrero de 1809 en Shrewsbury (Inglaterra). Era el hijo de Robert Darwin, el médico de la localidad y de Susannah Wedgwood, hija del promotor de la construcción de un canal para unir la región con la costa y miembro de la Royal Society. Su abuelo paterno fue Erasmus Darwin, un distinguido médico y un excelente naturalista, conocido por la composición de un extenso poema sobre el sistema de clasificación sexual de las plantas y también por realizar unas teorías sobre la herencia que posteriormente serían revocadas por su nieto. Tenía un hermano y tres hermanas más.

Ya desde pequeño se desarrolló en él el gusto por la naturaleza y por el coleccionismo, lo que anunciaba en el chico un futuro gran naturalista. Tras fallecer su madre marchó a educarse a su escuela local, etapa de su vida que a su vejez declaró como un retraso en su desarrollo intelectual.

Charles DarwinEn octubre de 1825 ingresó en la universidad de Edimburgo para seguir los pasos de su padre como médico, aunque su repugnancia por las operaciones y su falta de atención (cuyas causas eran su propio desinterés y la incapacidad de sus instructores de captar su interés) fueron a añadirse a su creciente convencimiento de que viviría cómodamente gracias a la herencia de su padre. Pero éste, reacio a criar un hijo ocioso, le propuso una carrera eclesiástica, propuesta que convenció a Darwin una vez hubo resuelto sus propios problemas acerca de su fe (desde adolescente tuvo una gran desconfianza en Dios y en la iglesia, desconfianza que se evaporó temporalmente durante sus estudios, pero que aumentó considerablemente con la muerte de dos de sus hijas en edad infantil). Así pues, a principios de 1828 y con la idea de llegar a ser un clérigo rural, el joven ingresó en el Christ’s College de Cambridge.

Sin embargo, Darwin continuó en Cambridge con su dinámica poco entusiasta respecto a sus quehaceres como alumno, empleando a menudo el tiempo que debía dedicar a estudiar en otro tipo de distracciones, como eran su pasión por la caza y por la equitación. También acudía a cenas con sus amigos en las que reían y charlaban de todos los temas.

Pero esta actitud fue completamente diferente ante otras materias. Darwin sacó gran provecho de unas clases voluntarias a las que asistía impartidas por John Stevens Henslow, profesor de botánica y entomología (ciencias que estudian las plantas y los insectos respectivamente). La amistad a la que llegaron influyó directamente en dos hechos que determinarían el futuro de Darwin. Por un lado, cuando terminó sus estudios en abril de 1831, Henslow le convenció para que se interesase por la geología, asignatura que Darwin se había negado a trabajar cuando estudiaba en Edimburgo. Henslow le presentó a Adam Sedgwick, el geólogo fundador del sistema cambriano, al que Darwin acompañó en unas excursiones por Gales y con el que estableció una buena relación. Esta, sin embargo, no duraría para siempre y treinta años después, cuando Darwin ya había propuesto su teoría revolucionaria, Henslow se vio obligado a defender a Darwin de los ataques y de las críticas de Sedgwick, quien no admitía sus teorías evolucionistas y las consideraba contrarias a la fe. El otro hecho clave, y para el futuro mucho más trascendente, fue que Henslow propuso a Darwin la oportunidad y la posibilidad de embarcarse como naturalista junto al capitán Robert Fitzroy en el viaje que éste se disponía a realizar en el Beagle alrededor del mundo, lo que rápidamente aceptó. Sin embargo, en un principio, su padre se opuso al proyecto y dijo que solo accedería si alguien «con sentido común» era capaz de ver en aquel viaje algún beneficio en la educación del joven. Ese alguien fue su tío, posteriormente su futuro suegro, Josiah Wedgwood, quien apoyó y contribuyó a que su sobrino realizase el viaje que éste ya se había propuesto cuando las lecturas de Humboldt despertaron en él el deseo de viajar por el mundo. Siempre tuvo interés por venir a Tenerife, de hecho Darwin ya había empezado a aprender castellano y a informarse sobre el precio del viaje.

Tras dos meses de espera, ya que el barco tuvo que ser reparado de numerosos desperfectos, y dos intentos de zarpar fallidos debido a fuertes temporales, el 27 de diciembre de 1813 el Beagle se hizo a la mar desde Davenport con Darwin a bordo y dispuesto a comenzar lo que él llamaría «su segunda vida». Algo que Darwin nunca supo es que estuvo a punto de ser rechazado por el mismo capitán del Beagle ya que este era un devoto seguidor de las teorías fisiognómicas del sacerdote protestante suizo Johann Caspar Lavater. Fitzroy opinaba que la forma y los rasgos de la cabeza de Darwin indicaban que su personalidad no era la apropiada como para ser el compañero de viaje que el capitán necesitaba. Demasiada demanda quizá para alguien que se pagaba el viaje con sus propios recursos y que aprovecharía el viaje hasta el punto de proponer una de las teorías más trascendentales de la historia de la Ciencia. Con el tiempo, el capitán, hombre profundamente religioso, también lamentaría haber dado a Darwin la oportunidad de viajar junto a él y de que este viaje fuese el germen de sus teorías.

El objetivo de la expedición dirigida por Robert Fitzroy era el de completar el estudio topográfico de los territorios de la Patagonia y la Tierra del Fuego, mejorar el trazado de las costas de Chile, Perú y de algunas islas del Pacífico y la realización de una cadena de medidas cronométricas alrededor del mundo. La travesía, de casi cinco años de duración, llevó a Darwin a las costas de América del sur, para regresar durante el último año visitando las islas Galápagos, Tahití, Nueva Zelanda, Australia, Mauricio y Sudáfrica. Su deseo de visitar Tenerife no se cumplió; aunque llegaron a esta isla el 6 de enero de 1832 no les fue permitido desembarcar por miedo a que contagiasen el cólera, enfermedad que acabaría provocando una gran epidemia en los años venideros.

Durante el viaje a bordo del Beagle, Darwin se formó como investigador gracias a la geología, ya que entró en juego la necesidad de razonar. Llevaba el primer volumen de los Principios de Geología de Charles Lyell, quien posteriormente colaboraría con él en la exposición del evolucionismo. Cuando visitó Sao Tiago tuvo la idea de que la rocas blancas que observaba se habían producido por la lava derretida de algunas erupciones volcánicas, que al deslizarse por el fondo del mar, arrastraba conchas y corales triturados transmitiéndoles cierta solidez rocosa. Cuando finalizaba el viaje, Darwin se enteró de que Sedgwick le había comunicado a su padre que su hijo se convertiría en un prestigioso científico.

La teoría de Darwin sobre la formación de los arrecifes de coral por el crecimiento de éste en los bordes y en la cima de las islas que se iban sumergiendo lentamente, fue el primero de sus logros en salir a la luz. También advirtió que la fauna y la flora de las islas Galápagos y las de América del Sur tenían una cierta semejanza y que había diferencias entre ejemplares de un mismo animal o planta recogidos en las distintas islas, y así empezó a dudar de la, por aquel entonces supuesta como cierta, teoría de la estabilidad. Fueron estos y otros descubrimientos los que llevaron a Darwin a tejer sus posteriores teorías evolucionistas.

Cuando Darwin arribó al puerto de Falmouth, en Inglaterra, el 2 de Octubre de 1836 había experimentado un gran cambio intelectual; su padre llegó a notar incluso cambios físicos en la forma de su cabeza. También cambió su estado de salud pues había estado muy enfermo durante un periodo de un mes en el viaje. Se ha pensado que quizás contrajo la enfermedad de Chagas, causada por un parásito, el Trypanosoma cruzi, inoculado por la picadura de una chinche, aunque esto no se ha podido confirmar. Pese a todo esto los años que transcurrieron desde que llegó de su viaje hasta comienzos de 1939, fueron para Darwin los más activos de su vida. Trabajó en la elaboración de dos textos en los que presentó sus observaciones geológicas y zoológicas. Una vez instalado en Londres desde marzo de 1837, actuó como secretario honorario de la Geological Society, donde estableció contacto con Lyell. En julio de ese año empezó a escribir su primer cuaderno de notas sobre sus nuevos puntos de vista acerca de la transmutación de las especies que le surgieron al reflexionar sobre sus observaciones sobre la clasificación, las afinidades y los instintos de los animales, y también como consecuencia de un estudio sobre las transformaciones que sufren plantas y animales domésticos cuando intervienen criadores y horticultores.

Sus investigaciones pronto le convencieron de que la selección era la clave del éxito humano en la obtención de mejoras en las razas de ciertas plantas y animales. El pensamiento de que esta selección se diese también en el estado natural surgió cuando leyó el ensayo de Thomas Malthus sobre la población, en el que se proponía que en una población los recursos crecían en proporción aritmética mientras que la población lo hacía geométricamente. Esto llevaría en un momento dado a que no hubiese suficientes recursos para todos sus miembros, por lo que competirían entre sí. Darwin supo ver en la naturaleza la lucha por la existencia, intuyendo que en esas circunstancias las variaciones favorables tenderían a conservarse, con el resultado de la formación de nuevas especies. Darwin estimó que había conseguido una teoría sobre la que trabajar pero decidió abstenerse por un tiempo de escribir sobre la misma. En junio de 1842 escribió un breve resumen que amplió hasta 230 páginas en 1848.

Darwin contrajo matrimonio el 29 de enero de 1839 con su prima Emma Wedgwood. Residieron en Londres hasta 1842 y después se instalaron en Down, buscando un modo de vida que se adecuase mejor a sus frecuentes periodos de enfermedad. Por lo demás, los años en Londres fueron respecto a la vida social, un preludio del retiro total en el que Darwin vivió hasta el final de sus días. Su primer hijo nació el 27 de diciembre de 1839. Con él, Darwin inició una serie de observaciones sobre la expresión de las emociones en el hombre y en los animales que posteriormente le llevarían a publicar un libro sobre el tema. Después tuvo otros nueve hijos, seis varones y cuatro mujeres, de los cuales murieron dos niñas y un niño en el periodo de infancia.

En los primeros años en Down, Darwin completó la redacción de sus trabajos geológicos y su nueva edición del diario de viaje, ya que la primera fue publicada por Fitzroy. De 1846 al 1854 empleó su tiempo en las monografías de los cirrípedos (percebes) los cuales había estudiado en Chile. Tras años de recopilación, estudio y clasificación, Darwin se convirtió en un verdadero naturalista gracias a todo el aprendizaje adquirido durante el viaje. Fue premiado por la Royal Society en 1853. En 1856, Lyell aconsejó a Darwin que desarrollase sus ideas evolucionistas. Así pues comenzó con la redacción de la obra que presentaría un resumen de todo su material recogido a lo largo de años y años de observación y síntesis de lo observado. Cuando llevaba elaborada la mitad de la obra, en el verano de 1858, recibió una carta con un manuscrito remitido por Alfred Russell Wallace, un naturalista que había conocido en Londres unos años antes, en el que se exponían los resultados de unas investigaciones que llevaban a unas conclusiones coincidentes con las de Darwin en cuanto a la evolución por selección natural y la lucha por la supervivencia. Temeroso de lo que pudiese pasar si estos apuntes salían a la luz, Darwin habló con Lyell para dar paso a publicar sus propias teorías y, presionado por la idea de que le acusasen de haber plagiado los puntos de vista de Wallace, estuvo a punto de destruir sus propias notas, cosa que al final no hizo gracias a Lyell y al botánico Joseph Hooker. Éstos hicieron que se presentara ante la Sociedad Linneana un esbozo de la obra de Darwin, el 1 de Julio de 1858, junto con el trabajo de Wallace y un resumen de una carta enviada por Darwin en septiembre de 1857 al botánico estadounidense Asa Gray en la que constaba un resumen de su tesis. Wallace, manifestó su agrado por la manera en que todo había sucedido añadiendo que “él no poseía el amor por el trabajo, el experimento y el detalle tan preeminente en Darwin, sin el cual cualquier cosa que yo hubiera podido escribir no habría convencido nunca a nadie”.

Después de estos incidentes, Darwin tuvo que abordar la tarea de reducir y sintetizar su obra para poder enviarla cuanto antes a la imprenta. El 24 de noviembre de 1859 vio la luz el libro On the Origin of Species by means of Natural Selection, or the Preservation of Fovoured Races in the Struggle for Life, del que se vendieron los 1250 ejemplares de la primera edición el mismo día de su publicación.

Las implicaciones teológicas de la obra hicieron que empezara a formarse una enconada oposición hacia las teorías de Darwin liderada por Richard Owen. En una sesión de la British Association for the Advancement of Sciencie que tuvo lugar en Oxford el 30 de junio de 1860, el obispo Samuel Wilberforce, como representante del partido de Owen ridiculizó de manera bastante locuaz las teorías evolucionistas, las cuales fueron defendidas por Thomas Huxley. Darwin se mantuvo alejado de la intervención directa en la polémica pública hasta 1781, cuando se publicó su obra The Descent of Man and Selection in Relation to Sex, en la cual expuso sus argumentos a favor de las tesis de que el hombre estaba en la tierra gracias a mecanismos meramente naturales. En 1872, con The Expression of the Emotions in Man and Animals, Darwin puso fin a sus preocupaciones por los problemas teóricos y dedicó los últimos diez años de su vida a diversas indagaciones y estudios en materia de botánica.

A finales de 1881, su corazón comenzó a sufrir graves problemas y una parada cardíaca le produjo la muerte el 19 de abril de 1882. A pesar de todos los problemas y desencuentros que su teoría provocó en los sectores religiosos de su época fue enterrado en la abadía de Westminster, cerca de otro de los grandes sabios de la historia, Isaac Newton.

Bibliografía

  1. Berra, T. (2009). Charles Darwin, la historia concisa de un hombre extraordinario. Colección Metabreves. Tusquets editores.
  2. Darwin, C.(2009). Autobiografía. Editorial Laetoli. Navarra.
  3. Pelayo, Francisco. Vida y obra de Charles Darwin. En http://www.darwin2009.csic.es/vida_obra.jsp
  4. Vsn Wyhe, J. Charles Darwin: gentleman naturalist. A biographical sketch. En: http://darwin-online.org.uk/darwin.html
  5. Biografía de Charles Darwin. En: http://www.biografiasyvidas.com/monografia/darwin/