Fue a lo largo del curso anterior cuando consideramos la posibilidad de invitar a Francisco Montañés a colaborar con Pasaje a la Ciencia. Preparábamos la sección de nuestra revista dedicada a la visita de Einstein a España, a la ciencia que entonces se hacía en nuestro país y a cómo se difundieron sus teorías. Hablando de ésto último entre nosotros, surgió el nombre de Francisco Montañés, el de un ingeniero que había contribuido, junto a su familia, al desarrollo industrial que hoy tiene Alcalá la Real, quien probablemente podría aportarnos alguna información acerca de cómo se aceptaron tanto las teorías de Einstein como las de la mecánica cuántica. Puestos en contacto con él, intercambiamos algunos correos electrónicos en los que nos manifestaba su deseo de colaborar con Pasaje a la Ciencia, aunque también nos comentaba que pasaba por un momento delicado en su enfermedad y que quizá habría que posponerlo para este curso. En estos correos ya nos decía que tenía algunas ideas sobre divulgación científica que podrían ser interesantes para nuestra revista.
Francisco Montañés no pudo colaborar con nuestra revista, al menos en los términos que habíamos comentado en nuestros correos electrónicos. Conocido su fallecimiento, cuando comenzamos a planear el presente número de Pasaje a la Ciencia decidimos que la intención de Francisco de participar en nuestra publicación se haría real y éste es el resultado.
Gracias a las colaboraciones de quienes lo conocieron podemos afirmar que fue una persona excepcional en todos los aspectos, en su trabajo y en sus relaciones personales y familiares. Fue alguien entregado a su trabajo y a su deseo de hacer prosperar la industria de esta localidad. Pero fue también excepcional en cuanto a sus planteamientos y fundamentos científicos. Entre el material al que hemos tenido acceso, hemos podido consultar cuadernos de notas que demuestran el rigor con el que acometía cualquier proyecto. Sus anotaciones eran precisas y minuciosas, reflejaban el mínimo detalle que pudiera ser necesario posteriormente para llegar a las conclusiones exactas. Sus conocimientos eran amplísimos, y a modo de ejemplo, se puede leer el extracto de la conferencia que sobre invernaderos pronunció el día 27 de agosto de 1980 en las II Jornadas Alcalaínas, cuyo extracto reproducimos, donde recurre a complejos conceptos físicos para explicar el funcionamiento de estos invernaderos, conceptos que luego son aplicados a la hora de elegir tanto los materiales como el diseño de la estructura.
Queremos agradecer en primer lugar a su familia la confianza que ha depositado en nosotros para la preparación de estas páginas y la amabilidad con que en todo momento nos han atendido, especialmente a Isabel Garnica, su esposa, y a su hija Isabel. Estamos también en deuda con Felipe López García, presidente de la Diputación de Jaén, y con José Jiménez Pareja, Joaquín Lanzas y Antonio Pérez Vela, colaboradores de Francisco en distintos momentos y trabajos. Éstos, con sus textos han contribuido a que desde estas páginas recordemos la faceta humana y profesional de Francisco Montañés. Confiemos en que este humilde homenaje que le rendimos desde nuestra revista sea el punto de partida para que Paco Montañés sea reconocido como el gran ingeniero, científico e impulsor de la industria alcalaína que fue. |