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La medida del tiempo en Alcalá la Real: Don Fernando de Tapia y Castilla

La medida del tiempo en Alcalá la Real:
Don Fernando de Tapia y Castilla

por Alumnado de Métodos de la Ciencia 4º ESO (curso 2006/07)
Detalle de la maqunaria del reloj
Uno de los elementos más característicos del Ayuntamiento de nuestra ciudad es el reloj que domina su torre. Su constructor, el alcalaíno Fernando de Tapia y Castilla, fue un magnífico artífice y un innovador que dotó a sus creaciones de una gran precisión y belleza estética.
Breves notas biográficas

    Fernando de Tapia y Castilla nació en Alcalá la Real, el 25 de julio de 1749, y fue bautizado en la iglesia de Santo Domingo de Silos. Fue hijo único de Manuel de Tapia y Sevilla y de María Lorenza de la Cruz y Aranda. Durante los primeros años de su vida vivió en la calle Los Caños, hoy Miguel de Cervantes.

    Fernando de Tapia se casó con Margarita Gutiérrez, y tras su boda debieron vivir fuera de Alcalá, quizá viajando por el extranjero. Probablemente fuese durante estos viajes cuando adquirió la cultura del verdadero ilustrado que fue y los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para la construcción de los relojes. El matrimonio tuvo únicamente un hijo, Pedro.

    Tapia desarrolló una importante labor en la vida política. Fue alcaide de la Torre de Fuente Álamo y designado por el rey regidor perpetuo de Alcalá la Real a la edad de 39 años. Fue uno de los ediles que durante más tiempo permaneció en su cargo. Se jubiló en 1834, conservando todas las prerrogativas de su oficio, cuando contaba la edad de 84 años y 45 años de servicio.

    Fernando de Tapia vivió una etapa importante de la historia de España, la comprendida entre los reinados de Carlos III e Isabel II, con algunos de los cuales se relacionó a través de sus relojes. Durante la invasión francesa fue corregidor interino del gobierno francés.

    Don Fernando murió en 1841, a la edad de 92 años. Su fallecimiento aparece registrado en las últimas páginas del libro VI de defunciones de la parroquia de Santo Domingo de Silos. Residía entonces en la calle Veracruz. Una lápida en la fachada de la que era su casa le rinde homenaje.

Tapia, relojero

    Fernando de Tapia es conocido fuera de Alcalá la Real gracias a su fama como mecánico relojero. Sus obras, además de presentar un magnífico acabado, mostraban una gran precisión en la medida del tiempo. El diseño de sus relojes ha hecho que en la actualidad sean considerados como auténticas obras de arte. No se sabe como Fernando de Tapia aprendió el arte de la relojería aunque probablemente lo hiciera en algunos de sus viajes. Sí hay constancia de que sus creaciones llegaron hasta los distintos monarcas que reinaron a lo largo de su vida. Concretamente parece que entregó a los distintos reyes un total de cinco relojes, tres de sobremesa y dos de bolsillo.

    Tapia estaría en torno a los 30 años cuando construyó el primer reloj del que se tiene constancia. En 1779 presentó a Carlos III un mecanismo, que, además de las horas, también marcaba las fases de la Luna. El monarca, en agradecimiento, le puso al frente de la Real Escuela de Relojería, cuya sede se estableció en Málaga. Tapia consideraría posteriormente ese reloj como una obra de juventud, construida, en sus propias palabras, sin educación. En 1784, a la edad de 35 años, presentaría dos nuevos relojes, en esta ocasión a Carlos III y a su hijo, el futuro Carlos IV.

    Fernando de Tapia abandonó la dirección de la Real Escuela de Relojería en 1789 puesto que el clima de Málaga no beneficiaba a su salud. En 1798 volvió de nuevo a Alcalá la Real y a partir de entonces comenzó a participar en la vida política. Saldría en pocas ocasiones de esta ciudad, principalmente para visitar la corte o para tratar en Madrid asuntos relacionados con la relojería.

    A los sesenta años, Fernando de Tapia volvió a ofrecer sus obras a Fernando VII, a quién seguía considerando rey a pesar de haber abdicado en José Bonaparte. En la dedicatoria de un libro de relojería escrito en 1809 se puede leer como Tapia ofrece al rey aquella obra y algunas máquinas originales. Hubo de esperar hasta el regreso de Fernando VII a España, en 1815, para ver cumplidos sus deseos y ofrecer personalmente sus relojes al rey. Parece ser que la audiencia tuvo lugar el 25 de julio, el mismo día en que Tapia cumplía 66 años. Guardia Castellano, en su obra Leyendas y notas para la historia de Alcalá la Real, refiere una historia, probablemente apócrifa, referida a este episodio. Cuenta que presentó dos relojes a Fernando VII y los desmontó en presencia del relojero real, quien fue incapaz de volverlos a montar. Éste incluso llegó a sustraer dos piezas para evitar que funcionasen, circunstancia que no impidió que Tapia los volviese a poner en funcionamiento tras verse en la necesidad de fabricar las piezas que fueron sustraídas.

Planos del reloj diseñado por Tapia

    Son pocos los relojes que se han conservado de don Fernando de Tapia. Recientemente se ha reconocido su autoría en un reloj de sobremesa con una concepción y diseño verdaderamente originales. En su cara frontal muestra las horas y los minutos en una esfera de 24 horas, las fases de la Luna y dos discos, uno para seleccionar la melodía del carillón y otro para el silenciador. En su fachada lateral izquierda muestra el calendario, con los días de la semana y del mes, mientras en la derecha presenta una escala para el día lunar y otra para los signos del zodiaco. Pero sin duda, la obra más importante de Tapia es el reloj de las Casas Consistoriales de Alcalá la Real, al que nos referimos seguidamente.

El reloj del Ayuntamiento del Alcalá la Real

Vista general de la maquinaria del reloj   Sin lugar a dudas, el reloj más conocido de Fernando de Tapia es el que domina la Casa Consistorial de Alcalá la Real. Su construcción fue aprobada por el Cabildo Municipal de Jaén el 26 de mayo de 1791. Tapia lo concluyó en 1803, a la edad de 53 años y su realización requirió doce años de trabajo. Su coste excedió lo presupuestado y por ello, en 1800, se pidió un informe sobre la viabilidad del proyecto a José María Coronas, maestro relojero. Éste reconoció en sus conclusiones el talento de Tapia y el gran conocimiento que tenía del arte de la relojería.

   El reloj del ayuntamiento es de cinco registros. Por registros, en relojería, se entienden las diferentes funciones que puede desarrollar uno de estos mecanismos. En este caso, el reloj señala las horas, los minutos, puede sonar marcando las horas, las medias y, por último, muestra las fases de la Luna.

   El reloj dispone de dos campanas que tienen nombre propio. La mayor, encargada de marcar las horas, se llamó María de las Mercedes y se fundió en 1792. La pequeña, conocida como JHS-María, es la encargada de señalar las medias y procedía de la Mota.

La obra escrita de Tapia

   Tapia escribió sobre la técnica de construir relojes aunque prácticamente no se ha conservado nada. Su obra más ambiciosa, «Conocimientos prácticos en el honesto y delicado exercicio de la Reloxería o modo fácil de aprender ese proceso en poco tiempo y sin necesidad de maestro», fue inicialmente proyectada en tres volúmenes, de los que sólo se han conservado las primeras 71 páginas; éstas comprenden la dedicatoria al rey, a la que antes se ha hecho referencia, el prólogo y los planteamientos iniciales. En estos escribió sobre la utilidad de la relojería, sobre las medidas para la fabricación de instrumentos, matemáticas, etc. La portada, impresa, lleva la fecha de 1809, en plena invasión francesa. La obra se planteó en tres volúmenes:

   Tomo I. Trataría de los instrumentos necesarios para construir un reloj y una descripción de las partes de un reloj, representadas en la escala adecuada.

   Tomo II. Tratado de los relojes de torre, con los cálculos adecuados para fabricarlos nuevos. Adecuación a las observaciones astronómicas.

   Tomo III. Tratado de relojes simples, de relojes con diarios, despertador, etc. También de cómo fabricar las piezas y pulirlas para un buen acabado. Tendría un último capítulo dedicado a explicar como conservar, limpiar y ajustar el reloj al tiempo solar.

Portada de obra de Tapia

   Escribió Tapia posteriormente otra obra en la que planteaba una nueva solución al problema de colocar en un reloj una esfera que mostrase las fases de la Luna. Se comenta a continuación.

Fernando de Tapia y el problema de la Luna

   El reloj que Fernando de Tapia presentó al rey Carlos III tenía una esfera que indicaba las fases de la Luna. Colocar en un reloj una esfera que indicase el aspecto cambiante de la Luna a lo largo de los días presentaba una cierta dificultad ya que la duración del ciclo lunar, que entonces se estimaba en 29 días y medio aproximadamente, no era múltiplo exacto de la duración del día. Este periodo de tiempo, el que transcurre entre dos fases exactamente iguales y consecutivas de la Luna, es lo que se denomina mes sinódico. La solución que se aplicaba era acoplar una esfera con 59 dientes, el doble de 29,5 días, a la rueda de las horas. Puesto que ésta da dos vueltas cada día, se conseguía que la lunar diese un giro completo cada mes sinódico. La esfera lunar se solía construir con dos representaciones de la Luna sobre ella.

   En 1810 Tapia emprendió la edición de un breve ensayo que probablemente tampoco llegara a imprimirse, pero del que se conserva, al parecer una prueba de imprenta. Tiene 20 páginas y trata de dar solución al problema de cómo acoplar el movimiento de la Luna a un reloj, de modo que se ajuste perfectamente a la duración del ciclo, ya que Tapia había observado que no se cumplía con exactitud con una rueda de 59 dientes para dos ciclos. Su título es «Nuevo método sobre el modo de poner la Luna en toda clase de relojes de ruedas con exactitud, y sin el herror que hasta ahora se ha observado».

   Tapia comienza su obra describiendo algunas de las características astronómicas de la Luna: sus conjunciones, sus fases, los eclipses y su papel en las mareas. También comenta su importancia para fijar determinadas fechas litúrgicas, como sucede con la Semana Santa, que se celebra en el primer plenilunio de primavera. Seguidamente aborda el problema de la duración del mes sinódico.

   Hasta entonces se había considerado que la duración de un ciclo lunar era de 29 días y medio, periodo de tiempo que Tapia ya indicaba como inexacto. El valor más exacto estimado en su época era de 29 días, 12 horas y 45 minutos. El valor medio de la lunación que se considera en la actualidad es de 29 días, 12 horas, 44 minutos y tres segundos.

   Para Tapia, puesto que la esfera lunar completaba una vuelta cada 29,5 días, habría un error de 45 minutos por cada ciclo. La corrección de este error con el mecanismo habitualmente utilizado entonces suponía tener que adelantar la esfera de la luna un diente cada 16 meses. El error acumulado en este periodo de tiempo sería de 720 minutos (45 minutos en cada mes lunar por 16 meses), equivalente a las doce horas que tarda un diente en avanzar.

Esfera de la luna del reloj   Partiendo de la duración más exacta del mes sinódico estimada en la época de Tapia, la comentada de 29 días, 12 horas y 45 segundos, Tapia propone un nuevo cálculo en el que hay que considerar dos lunaciones completas, que cumplen su curso en 59 días, 1 hora y 30 minutos; este lapso de tiempo, expresado en minutos, hace un total de 85.050 minutos.

   El nuevo mecanismo propuesto por Tapia constaría de tres ruedas. Una primera de 48 dientes estaría unida al piñón que indica las horas y daría una vuelta completa cada doce horas, al igual que la manecilla de las horas. En los dientes de esta primera se engastaría una segunda rueda, ésta con 63 dientes. En su centro, se coloca una rueda con un único piñón, de modo que cuando avance una vuelta completa haga avanzar únicamente un diente de la tercera rueda. Esta última es la que llevaría la Luna, y constaría de 90 dientes.

   Repasemos los cálculos. La primera rueda da una vuelta completa cada 12 horas y tiene 48 dientes. Pasando las horas a minutos, cada diente tarda en avanzar (12 x 60)/48 dientes, lo que equivale a 15 minutos. Cada quince minutos avanza un diente de la segunda rueda; como tiene 63 dientes, completa una vuelta en 63 x 15 minutos, lo que equivale a 945 minutos. Puesto que esta rueda tiene un piñón central con un sólo diente, cada 945 minutos hará avanzar un diente a la tercera, la de la Luna, que lleva 90 dientes. Completará una vuelta en 945 minutos x 90 dientes, lo que equivale en total a los 85.050 minutos que duran dos lunaciones. Para solucionar este último problema, la esfera lunar debería llevar engastada dos esferas lunares, diametralmente opuestas, cada una de las cuales se mostraría durante un ciclo lunar.

   Tal y como se demuestra en los cálculos de Tapia, su diseño mejoraba sensiblemente la exactitud de los relojes lunares de época de Tapia. Sin embargo, no se tiene constancia de que Don Fernando llegara a aplicarlo a ninguno de sus relojes.


Bibliografía
Juan Lovera, Carmen (2006). «Aportaciones a la imcompleta biografía de don Fernando de Tapia». A la Patrona de Alcalá la Real, pags. 114-120.
Montañés, L. (1981). «Don Fernando de Tapia y Castilla 1750-1835?».  Iberjoya, pags. 60-73.