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Cómo se investigaron los restos de don Francisco de Quevedo y Villegas

Cómo se investigarion los restos de don Francisco de Quevedo y Villegas
por José Antonio Sánchez Sánchez [sobre el autor]
Director de la Escuela de Medicina Legal de Madrid
Universidad Complutense. Madrid
José Antonio Sánchez Sánchez
  La investigación para recuperar e identificar los restos de D. Francisco de Quevedo y Villegas se inició el pasado año 2006 en el mes de abril y se ha concluido en el mes de febrero de 2007.

Para esta investigación nos pusimos en contacto con la Corporación Municipal de Villanueva de los Infantes que nos indicó que la confusión que existía en torno al paradero de los restos de Quevedo se debía a que cuando muere el poeta y escritor el 8 de Septiembre de 1645 a los 65 años de edad, no es enterrado como había dejado escrito en su testamento en el convento de Santo Domingo, sino en la Iglesia Mayor de esta ciudad en la capilla de los Bustos, dedicada a la Santa Cruz y anteriormente a San Juan Bautista, hoy de nuestra Señora de la Soledad. Este enterramiento se hizo por disposición del vicario Varela único testamentario del insigne satírico y en contra de la expresa voluntad del poeta.

Posteriormente se produce una “monda” o limpieza de la capilla de los Bustos y los restos se depositan en la cripta de Santo Tomás de Villanueva de la iglesia de San Andrés, donde se distribuyen en unas tumbas que ya existían en ella.

Figura 1. Iglesia de San Andrés Apóstol

Con esta información comenzamos el proyecto de estudio que se llevó a cabo siguiendo una serie de partes diferenciadas:

En primer lugar se localizaron las tumbas en la cripta de Santo Tomás de Villanueva (figura 1), a la que se accede desde la sala capitular de la Iglesia de san Andrés Apóstol (figura 2).

Una vez en ella se observó una sala pavimentada con el altar de Santo Tomás al fondo. Cuando se elimina el pavimento (figura 3) se localizan diez tumbas, situadas, la primera de ellas de manera perpendicular respecto a las paredes laterales de la cripta y las nueve restantes, en filas de tres, paralelas respecto a las paredes laterales de la cripta, que se enumeran a partir de la entrada de T1 a T10 (esquema 1).

Figuras 4, 5, 6 y 7. Extracción de restos óseos

Una vez organizada la numeración de las tumbas, son señalizadas y se procede a la extracción, de manera ordenada respecto a la situación y numeración de las mismas, de cuanto hay en ellas.

Figura 8. Separación de fragmentos  La extracción se realiza manualmente, separando, inicialmente restos óseos y tierra (figuras 4, 5, 6 y 7).

La tierra extraída es cribada mediante un cedazo separando fragmentos óseos pequeños, piezas dentales y arena (figura 8). Dichos fragmentos óseos y piezas dentales son trasladados, junto con el resto de restos óseos para su posterior limpieza y clasificación. La arena resultante del proceso de cribado se almacena, inicialmente en sacos en el interior de la cripta y posteriormente en un contenedor habilitado, en el exterior, por el ayuntamiento.

Los restos óseos son trasladados al edificio de La Alhóndiga, en las salas habilitadas por el Ayuntamiento, para su posterior limpieza y clasificación (figuras 9 y 10).

En el interior de las tumbas, los restos aparecen, a 35 cm. de la superficie, aproximadamente, mezclados, y repartidos entre las diez tumbas, siendo la tumba 1 la que contiene mayor número de restos óseos.

En esta fase llama la atención la presencia de numerosos restos animales, mezclados con los restos humanos, pertenecientes a diferentes tipos de animales: bovinos, caprinos, felinos y otros. Una vez extraídos y separados los restos óseos, se cepillan y lavan cuidadosamente para su posterior clasificación y estudio.

Figuras 9 y 10. Restos óseos

Con los huesos así dispuestos se realiza en primer lugar un estudio anatómico y se etiquetan cada uno de ellos. Después se separan los restos correspondientes a animales, niños y jóvenes, mujeres adultas y varones adultos, siendo estos últimos trasladados, para su posterior estudio, a la escuela de Medicina Legal de la Universidad complutense de Madrid.

Figura 11. Fluorescencia u.v.de corte óseo  El método que se sigue para separar en las categorías señaladas es básicamente morfológico, y solo en algunos casos en que se presentaba alguna duda por su aspecto morfológico se utilizan procedimientos métricos. Una vez que tenemos seleccionados los huesos de hombres adultos de edad avanzada y conociendo que D. Francisco de Quevedo había muerto en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) en 1645 a la edad de 65 años como nos señalaba el informe documental de uno de los miembros del equipo de investigación, D. Miguel Fernández Sevilla, miembro documentalista del equipo que recoge a su vez la descripción que hacen de Quevedo varios autores en cuanto a los rasgos físicos: Uno de ellos es Pablo de Tarsia, quien escribe en 1663: Fue Don Francisco de mediana estatura, pelo negro y algo encrespado; la frente, grande; los ojos muy vivos, pero tan corto de vista que llevaba continuamente anteojos; la nariz y demás miembros, proporcionados; y de medio cuerpo arriba fue bien hecho, aunque cojo y lisiado de entrambos pies, que los tenía torcidos hacia dentro; algo abultado, sin que le afease; muy blanco de cara.

Pablo Jauralde, catedrático de Literatura Española del Siglo de Oro de la Universidad Autónoma de Madrid, hablando del retrato de Quevedo, dice: ….tenía los pies zambos –hacia dentro- y era excesivamente cargado de espaldas, de cuerpo abultado, defecto que se acentuó con la edad…

Los detractores de Quevedo se detuvieron, cuantas veces pudieron, en señalar sus defectos físicos: cojo y miope, e insinuaron otros muchos gordo y desgarbado, excesivamente pálido en sus últimos años. El propio escritor aceptó de buena gana todo ello. Y añadió, también andando el tiempo, las arrugas, el cabello blanco y la boca saqueada por los años; los estragos del tiempo y la llegada de la vejez”.

Como hemos comentado estos restos de varones adultos se trasladan a la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense de Madrid y se separan aquellos que se corresponden con varones de una edad aproximada a 65 años, y, que presentan una patología compatible con el perfil de D. Francisco de Quevedo y Villegas.

Se estudia la edad, tanto por métodos morfométricos, es decir, por el examen externo del hueso, como radiológicos y así fijamos a que edad podía haber fallecido la persona a la que pertenecía el hueso; igualmente podemos estudiar la patología o alteraciones anatómicas de los huesos radiografiados.

Con ello llegamos a una serie de conclusiones como son:

Figura 12. Restos con criterios de pertenencia a Quevedo– Que los restos óseos extraídos de la cripta de Santo Tomás de Villanueva se corresponden con un enterramiento secundario (se habían extraído y trasladado allí desde otra ubicación o enterramiento primario) y se encuentran todos mezclados y algunos de ellos rotos o fragmentados. En dichos restos aparecen mezclados restos animales junto a restos humanos, y entre los humanos existen restos pertenecientes a niños, jóvenes y adultos de ambos sexos.

– Que el número mínimo de individuos es de 167.

– Que de los restos óseos que se estudian en la Escuela de Medicina Legal (morfométricamente varones) se separan aquellos que son claramente de individuos adultos de edad joven o media (hasta los 35-40 años). El proceso seguido es el estudio por tres investigadores con experiencia en cada uno de los huesos y el cotejo final entre ellos.

Sobre estos restos se estudia la data, mediante la aplicación del método de Facchini y Petener (1977) y que se corresponde con unos 300 a 400 años, fecha que coincide con la que vivió y murió Francisco de Quevedo (imagen 10). De estos individuos se excluyen todos los que no tienen una talla media en torno a 160 cm.

En cuanto al único cráneo que podía ser compatible con los rasgos de Francisco de Quevedo, se aplica un programa de ordenador (Fordisc) y el resultado es que se trata de un cráneo de mujer, mientras que la morfometría señala que se trata de un varón por lo que se excluye también de los restos que presentan todos los criterios de inclusión.

Respecto a las mandíbulas edentulas que se han separado no ha sido posible, debido a su gran deterioro, determinar si corresponden a varones de aproximadamente 65 años de edad.

Finalmente queda un grupo de huesos que cumplen estos criterios (grupo 1) que son: fémur derecho, fémur izquierdo, humero derecho, clavícula derecha, dos vértebras cervicales, 2 vértebras dorsales, y dos vértebras lumbares.

Se separa otro grupo (grupo 2) que no cumple estrictamente los criterios específicos de inclusión, bien debido a dudas que se plantean al aplicar los métodos antropológicos, o bien debido a su estado de deterioro y fragmentación que hacen imposible su estudio.

Finalmente un grupo muy amplio (grupo 3), que no cumplen claramente los criterios de inclusión o que es imposible su estudio por su deterioro y/o fragmentación.

Con esto llegamos a concluir que los restos que corresponden a D. Francisco de Quevedo son los del grupo 1: fémur derecho, fémur izquierdo, humero derecho, clavícula derecha, dos vértebra cervicales, dos vértebras dorsales, y dos vértebras lumbares.

Dentro de los huesos seleccionados hay que llamar la atención sobre los fémures, ya que el derecho presenta una torsión importante y el izquierdo (producido probablemente por la alteración del fémur derecho, presentaba una artrosis marcada en la cabeza femoral). Estas alteraciones en fémures justificarían claramente la cojera de la que tanto amigos como enemigos de Quevedo hablaban.


Bibliografía consultada
[1] Bass, W.M., (1995): «Human Osteology. A laboratory and Field Manual (4ª Ed.)». Special publication Nº 2 of the Missouri Archeological Society. USA.
[2] Facchini, F., Petener, D., (1977). «Chemical and Physical Methods in Dating Human Skeletal Remains». Am. J. Phys. Anthrop. 47-65-70.
[3] Moore-Jansen, P.M., Ousley, S.D., Jantz, R.L.(1994). «Data Collection Procedures for Forensic Skeletal Material». University of Tennessee, USA.
[4] Nunes, C., (1998). «Contribución para la identificación human a partir del estudio de las estructuras óseas». Tesis doctoral, Universidad Complutense, Madrid,
[5] Krogman, W.M., Işcan, M, Y., (1986): «The Human Skeleton in Forensic Medicine». Charles C. Thomas, USA.
[6] Lasheras, M.D., (1995): «Evolución de la talla secular en España». Editorial Complutense, Madrid.
[7] Reverte, J. M., (1999): «Antropología Forense (2ª Ed.)». Ministerio de Justicia, Madrid.
[8] Sánchez, J.A. (1984): «Antropología Médica de Torrelaguna». Tesis doctoral, Universidad Complutense, Madrid.


Sobre el autor
José Antonio Sánchez Sánchez nació en Alcalá la Real en 1950. Se licenció en Medicina en la Universidad Complutense de Madrid y se especializó en Medicina Legal y Forense. Se doctoró en la misma universidad con la tesis Antropología Médica de Torrelaguna, con la que obtuvo la calificación de Sobresaliente cum laude. Posteriormente estuvo durante un año en el Departamento de Patología Forense de la Universidad de Edimburgo.

En la actualidad es Profesor Titular de Universidad del Departamento de Toxicología y Legislación Sanitaria de la Universidad Complutense y dirige la Escuela de Medicina Legal de Madrid, en la que ha desempeñado diversos cargos.

Ha publicado numerosos trabajos de investigación en revistas españolas y extranjeras, así como también ha publicado libros sobre Medicina Legal y Forense. Ha impartido conferencias en distintas universidades extranjeras, españolas y en otros centros oficiales; ha dirigido cursos en la Universidad Complutense, entre ellos el de “Especialista en Antropologia Forense”. En 2004 le fue concedida la cruz distinguida de segunda clase de la orden de San Raimundo de Peñafort.