Mediados del mes de noviembre, Semana de la Ciencia y edición digital son para nosotros casi sinónimos. Nos agrada poder ofrecer a todo el mundo los contenidos de la revista que solo unos pocos han podido disfrutar en papel. Y es que desde que en el año 2007 comenzamos a publicar Pasaje a la Ciencia en Internet, hemos recibido ya a más de 23000 visitantes.
Por eso, el nuevo Pasaje viene con ligeras modificaciones que algunos de los colaboradores han sugerido. De todas ellas, la más llamativa es que los artículos están disponibles en formato pdf, listos para poder leerse en el monitor o poder imprimirse. Aparte de los cambios de formato, la navegación sigue basándose en el menú lateral desde el cual se pueden consultar todos los números de la revista que se han podido recuperar.
Con respecto a los contenidos, Ciencia y Arte es un título muy sugerente y muy amplio, por lo que invitamos a que sea el lector el que los descubra. Sin embargo, podemos adelantar que están presentes pintores como Dalí o Picasso, se habla de cine, del sonido, de la música, de Astronomía, … No nos olvidamos de una sección que es fija en la revista: Alcalá la Real. En esta ocasión, el arte de nuestra localidad se mira con ojos científicos.
Deseamos, como siempre, que todo sea del agrado de cualquiera que quiera «hojearla».
Créditos
Editorial
Créditos
En este contexto de ciencia y arte la portada de Pasaje a la Ciencia muestra varios anaglifos de distintas vistas del patrimonio monumental de Alcalá la Real. Para su observación tridimensional es necesario usar los filtros de color rojo-cyan.
La portada corresponde a la fachada principal del Excelentísimo Ayuntamiento de Alcalá la Real. En ella destaca el reloj con esfera lunar construido por Fernando de Tapia. Se puede obtener más información en el artículo dedicado a la medida del tiempo en Alcalá la Real realizado por el alumnado de Métodos de la Ciencia y publicado en Pasaje a la Ciencia 10
Editorial
De Artes y Ciencias
Antonio Quesada Ramos
No es la primera vez que Pasaje a la Ciencia aborda la relación entre las ciencias y las artes en general. Coincidiendo con el aniversario de la generación del 27, nuestra revista incluía una serie de artículos en los que se relacionaba la ciencia con la literatura y en los que Santiago Ramón y Cajal, nuestro científico más literato, ocupaba un papel preponderante. Y aunque en números anteriores se ha aportado una visión científica de distintos elementos del patrimonio monumental alcalaíno, quedaba pendiente dedicar un número monográfico a profundizar en la relación entre las ciencias y las distintas artes, y a hacer de ambas el eje científico sobre el que se articularan a lo largo del curso académico las diversas actividades complementarias relacionadas con la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias.
Por todo esto, el curso académico que ahora acaba será recordado en nuestro instituto como el año de los poliedros o como el año de los anaglifos. Hemos aprendido a construir distintos tipos de sólidos geométricos mediante papiroflexia, sin uso de tijeras ni pegamentos. Utilizando diferentes módulos planos, se han obtenido figuras de llamativa belleza mediante la combinación de las formas y de los colores. También hemos querido jugar con las figuras infinitas y hemos abordado la construcción de grandes elementos tridimensionales basados en la geometría fractal, en lo que se ha considerado una aproximación a una forma de arte basada en este concepto matemático.
La percepción tridimensional de la profundidad a partir de imágenes planas ha sido algo que ha atraído tanto a artistas como a científicos, y especialmente a quienes en mayor o menor medida se mueven en ambos campos. En el año que dedicamos a Cajal pudimos conocer cómo nuestro científico más importante, a la vez que pintor y pionero de la fotografía, aplicaba las técnicas estereoscópicas en sus esfuerzos por percibir la organización espacial del sistema nervioso utilizando para ello las imágenes planas que proporcionaban las fotografías que tomaba a través de su microscopio. Este año, gracias al excelente artículo de Carme Ruiz hemos podido saber también del interés de Salvador Dalí, nuestro pintor más científico, en el mundo tridimensional. Y una prueba de ello es la obra que se incluye en ese artículo, El pie de Gala, óleo en dos elementos, cada uno de ellos pintado desde la perspectiva de cada ojo, y que cuando se observa con un estereoscopio, nos sumerge en un espacio tridimensional en el que habitan Gala y Dalí. Esta relación particular entre ciencia y arte nos ha acercado a una visión en tres dimensiones del patrimonio monumental de Alcalá la Real a través de las distintas técnicas estereográficas y, especialmente, mediante la construcción de anaglifos obtenidos a partir de imágenes tomadas con cámaras digitales. Esta actividad justifica la portada de Pasaje a la Ciencia en la que se reproducen algunas de estas imágenes.
Con este número y con las actividades realizadas hemos pretendido comprender de qué manera las artes se fundamentan en las ciencias y cómo éstas requieren de aquellas para su mejor expresión. Como leemos en el artículo de Carme Ruiz, decía el genial pintor catalán: Creo que los artistas deberían tener nociones científicas para caminar sobre otro terreno, que es el de la unidad. Confiemos en que este número de Pasaje a la Ciencia nos proporcione, principalmente a quienes nos dedicamos a la ciencia en sus diferentes facetas, nociones sobre las artes que igualmente nos permitan ir juntos por ese camino por el que todas las artes y las ciencias se unen, el de la cultura humana.
Aunque existen diversas formas de definir lo que es el dibujo científico, quizá la más apropiada sea la que dice que es un dibujo que muestra el resultado de una observación de la realidad cuya finalidad es su uso por parte de la ciencia. Puede ser el resultado de un experimento científico o por el contrario, puede ser una ilustración que sirve para aclarar conceptos en un texto científico.
La ilustración científica es una técnica usada desde hace mucho tiempo y en principio era habitual que se realizara en blanco y negro, bien a lápiz o con tinta. Hoy día los dibujos científicos suelen ser coloreados y se realizan mediante diversas técnicas.
Comprender el mensaje visual requiere hacer un esfuerzo por conocer el lenguaje artístico de cada obra, sus elementos, el orden entre los mismos, significados, valores culturales, sociales, expresivos …
En cada obra, el espectador, como intérprete de las imágenes que se presentan ante su mirada, y como protagonista de la experiencia que nace siempre al contemplar una imagen, tiende a descifrar ese sistema de signos ordenados que expresan y comunican conocimientos, sensaciones, o vivencias. Incitar desde aquí a desarrollar un análisis que invite a comprender la complejidad de la obra artística tan sólo desde una visión parcial de la misma, disgregando dimensiones imposibles de actuar entre sí de forma independiente, sería un error, pues en la obra artística, cada aspecto y elemento visual, como unidades de información, se interrelacionan indisolublemente con los restantes, hasta conformar el alma propio de la obra, sus significados, aspectos expresivo, comunicativo, etc.
Hoy día el arte constituye un ámbito de conocimiento bien diferenciado de la ciencia y la tecnología dentro de nuestro patrón cultural. Tanto las motivaciones como los objetivos de uno y de otros suelen ser distantes y están claramente delimitados, aunque no siempre ha sido ni es así. Algunas antiguas civilizaciones emplearon un mismo vocablo para referirse a los conceptos de ciencia, tecnología y arte; eran tiempos en los que el conocimiento sobre el medio era extremadamente limitado. Pero la evolución del pensamiento y del conocimiento fue discerniendo un concepto de otro hasta definirlos de forma individual, incluso a nivel lingüístico, tal y como los conocemos hoy.
Desde el origen del arte, su evolución ha dependido en buena medida de los avances científicos y tecnológicos, puesto que a lo largo de la historia el hombre ha utilizado y desarrollado todas las herramientas disponibles a su alcance para la creación de obras, tales como la madera, la piedra o el metal. ¿Quién niega que los primeros experimentos químicos los realizaron los paleolíticos al desarrollar las tintas con la que crearon las pinturas rupestres? Tampoco nadie discute el significado astronómico o cosmológico de los soles, lunas y estrellas representados en tales pinturas, como también se acepta que Stonehenge, al sur de Inglaterra, es un templo astronómico, teoría que arranca en el siglo XVIII pero que no sería plenamente aceptada hasta el siglo XX.
Hoy en día los ordenadores permiten hacer maravillas con la imagen, generar personajes sintéticos, poder animarlos, iluminarlos e integrarlos con la imagen real.
Para añadir cualquier cosa a una imagen y que parezca que esa imagen está capturada en un mismo instante hay muchas cosas que tienen que tenerse en cuenta: la orientación de la luz sea la misma, los niveles luces y colores estén en la misma «gama», y sobre todo, que la perspectiva coincida. Esto último, la concordancia de perspectivas entre el objeto insertado y la imagen de fondo, es crucial para la credibilidad de un efecto de superposición. De hecho, es el primer paso que hay que realizar para poder integrar un nuevo fondo o criatura a la imagen rodada.
«Una avalancha de asteroides oscuros», «Un mensaje del espacio profundo», «Cacería de planetas extraterrestres», «El espacio, la última frontera», «Historia de un drama planetario». Es difícil de creer, pero les aseguramos que entre las anteriores peroratas conviven entremezcladas algunos slogans de películas clásicas de ciencia-ficción, junto a recientes titulares de noticias científicas reales. Y es que los astrónomos gustan mucho de ese toque hollywoodiense que el cine puede dar a su investigación. De hecho, la mayoría de los campos más de moda en la ciencia actual del cosmos -exoplanetas, asteroides, vida extraterrestre- son también los más mediáticos y los más revisitados por el séptimo arte. Quizá por este motivo son los temas astronómicos más demandados por la sociedad actual.
Junto con la música, el cine es posiblemente el acontecimiento cultural que más identifica a una generación con las precedentes y las venideras, un fenómeno de masas –puede que el medio de comunicación más importante de todos los tiempos: quien controle la industria cinematográfica controlará el medio más potente de influencia sobre el público, apuntaba Edison desde sus albores– capaz de aglutinar en torno a él, en la serenidad de una cámara oscura y ajena, a estamentos sociales variopintos de edad, formación e intereses diversos. El cine es ante todo, por tópico que pueda parecer, una factoría de sueños (entre los que uno ha sido siempre sin duda el dinero: producción, distribución, exhibición, taquillaje, etc.) en que tanto creadores como espectadores amueblan un área común para la convivencia. En palabras del cineasta Jacques Tourneur: Cuando el público se halla en la oscuridad de la sala y reconoce su propia inseguridad en los personajes de la película, podemos mostrar situaciones increíbles con una garantía absoluta de que los espectadores participarán.
El Parque de las Ciencias nació con la vocación de fomentar la integración de los diferentes aspectos de la Cultura, de todo el saber humano, y tanto la Música como la Ciencia son parte de él. La música ha existido desde siempre y, naturalmente, la ciencia no ha podido sustraerse a la atracción de investigar a quó se debe la enorme diversidad de sonidos que la enriquecen.
Vamos a empezar por el principio: ¿Qué es el sonido? Es una vibración que se propaga. Que es una vibración podemos demostrarlo observando cualquier superficie a la que golpeamos o una cuerda tensa, por ejemplo, de una guitarra, que pulsamos. Poniendo las yemas de los dedos sobre cualquier objeto que suena podemos notar la vibración.
Ya hemos comprobado que es una vibración pero, ¿cómo se propaga? Se propaga al vibrar también el medio que le rodea, si es elástico, y el aire lo es.
Es difícil encontrar una manifestación cultural que llegue más hondo al alma humana que la música. Además, reúne dos condiciones excepcionales para cualquier expresión artística. Primera: aunque para comprenderla en toda su dimensión sea necesario cierto conocimiento previo, más o menos profundo, sin embargo su percepción puede conmover la sensibilidad de cualquier persona, de cualquier edad, condición, formación y época. Segunda: no ha existido ni existe pueblo, con mayor o menor desarrollo, que no incluya composiciones musicales de algún tipo en su forma de vida y sin que éstas no jueguen un papel notable en los más diversos ámbitos. Por otra parte, no hay duda de que la ciencia, en particular la matemática y la física, desempeña un papel relevante en la música. Por todo ello, ¿qué conjunción más decisiva para el espíritu del ser humano podría haber entre ciencia y arte que la que se produce en la música?
La restauración, tal y como hoy se conoce, es una disciplina relativamente reciente, pues hasta el pasado siglo XX las labores relacionadas con la conservación y las intervenciones de carácter reparador en obras de arte eran tareas de las que se encargaban los propios artistas como uno más de sus quehaceres y para las que no existía ningún tipo de criterio o protocolo predeterminado, quedando así el resultado a merced de la sensibilidad del artista en cuestión.
Pero a lo largo de la primera mitad del siglo XX, la conciencia sobre la importancia y unicidad de cada pieza artística y de que ésta conserve sus características originales manteniendo, de este modo, las instancias estética e histórica, llevaron a sentar los criterios para su conservación y restauración que han evolucionado con el paso de las décadas, siempre tendiendo al máximo respeto por la pieza original.
Desde antaño, el interés por la ciencia médica, ha despertado la curiosidad del ser humano; la resignación ante la muerte, es algo que el hombre no ha concebido; esta idea, originó, el inicio de la investigación de enfermedades y la búsqueda de soluciones; en definitiva el estudio de la vida y muerte humana.
La ciencia médica, ha estado unida a teorías mitológicas y rituales mágico- religiosos en la gran mayoría de las culturas mundiales; los dioses y el destino, han sido los causantes de todas las situaciones relacionadas con la salud humana, hasta la muerte como tal.
En este artículo, vamos a poder analizar, algunos ejemplos de la importancia que adquirió la ciencia médica, en diversas culturas históricas, basándonos en representaciones artísticas como fuentes de su estudio, centrándonos en los métodos médicos y científicos empleados desde la antigüedad, y que ha derivado en la cuasi perfección médica de la actualidad.