Poemas sobre ciencia
En mi sentir, la ciencia y la literatura jamás se han opuesto. Sino que, al contrario, resultan admirablemente paralelas en su objetivo (el conocimiento del mundo) y complementarias en sus métodos (la emoción de la regla en el pensamiento científico, las reglas de las emociones en el pensamiento literario). Cualquiera que haya hojeado un manual de física contemporánea, por ejemplo, no habrá dejado de admirarse por el espesor de metáforas, imágenes y neologismos que contienen sus textos. Igual que hace la poesía, la ciencia y sus diferentes ramas se valen del asombro para obtener un sentido y poner algún orden en el caos cotidiano. La ley de la gravedad, por si sola, encierra la evidencia simple y misteriosa que vive persiguiendo la poesía con su mirada: una roja manzana cae, alguien acierta a describir su vuelo instantáneo y así recomienza la historia de la eterna curiosidad humana, la emoción de ver y sentir que no entendemos del todo qué vemos.